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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



31.12.09

98. Puntos de fuga


          El fallecido duque de Norfolk dejó en su testamento bien claro a quién debían ir a parar sus miradas de soslayo y sus decaimientos espirituales. La sorpresa entre sus deudos fue tan grande que se agrietaron dos menhires de Stonehedge. La agraciada, Miss Burlington, no cabía en sí de gozo y emitió, cuando finalizó la lectura del testamento en el despacho del abogado Timms, tal alarido de satisfacción, que la bocana del puerto de Nodington ensanchó varios milímetros su embocadura natural. El duque quiso mucho a Miss Burlington, a la que llamaba cariñosamente "mi cerdita". Se conocieron en un viaje que hizo el renombrado noble a las tierras altas de Escocia, donde la muchacha asaba gansos en una alquería cerca de Edimburgo. El duque amaba los gansos y los gansos amaban al duque. Fue un amor instantáneo el que surgió, como llama de linterna minera, entre el aristócrata y la sucia cocinera. Se amancebaron al momento ante la renuencia y mala disposición de la Duquesa, que nunca vio con buenos ojos el concubinato con la, para ella, asquerosa barragana escocesa de su marido. El mismísimo rey, a petición de la Duquesa, instó al Duque a deponer su actitud salaz y escandalosa, pero tras saborear un ganso por la muchacha aderezado y holgar la siesta con ella, mandó decapitar a la Duquesa por alta traición, y nombró consejero real al duque y a la muchacha, camarera de la reina. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

30.12.09

97. Los límites del Aurresku


           El entomólogo alemán Wilhelm Kattwinkel casi se cae dentro de la garganta de Olduvai, de 90 metros de profundidad, en el Serengeti. Buscaba un cromo de la colección "Naturaleza y Vida", el cromo nº 111, sólo le quedaba ése y 221 más para completar el álbum. Era ciego de ambos ojos y cojo de ambas piernas, lo que hacía muy compensador y equilibrado el contoneo de sus caderas morenas y parsimoniosas, muy ajustadas y con gran adecuación para el baile iterativo, bamboleante y adormecedor, propio de las tribus bantúes, a las que su ánimo se adhirió enseguida, al conocerlas el día de la fiesta nacional de Tanzania, el mismo día de su llegada al aeropuerto de Dodoma. Sus piernas cortitas y arqueadas en sentido inverso, sus pantalones cortos para un alemán estándar, pero semi-largos para él, su salacot algo pequeño, pues Kattwinkel sufría de una macrocefalia incipiente, y su impedimenta exagerada, daban a su figura un aspecto casi totémico, cuando menos inquietante para la mayoría de las tribus del Serengeti. Nunca encontró el cromo que buscaba. Sí halló, no obstante, varios cromos de jugadores negros de fútbol, como Gombó, camerunés, N'bengo, mozambiqueño, Munu Dihngué, nigeriano y uno con el escudo del equipo togolés "Los Leones de Lomé". Este último cromo lo cambió por dos pasajes para Ibiza, y ahora disfruta de unas merecidas vacaciones rodeado de la tuna de empresariales de Manises y de dos coimas de Tanzania que se trajo y que le requiebran de amores en swahili varias veces al día.

28.12.09

96. La materia oscura, una visión desde el interior


          Las tres vías de perfección, según Ivenio Trimigesto, eran sólo dos: ser bueno. Pero ser bueno no es fácil. Don Serafín Buendía Colillo, Marqués de la Marome es bueno, tiene terneras en número de mil cien en su finca de Colorado. A todas les regala, porque sí, un mandil a cuadros y una escopeta de aire comprimido. A todas les pone nombres alegóricos. Una ternera (Céfiro Matutino) se enamoró del Marqués y vivieron amancebados en el rancho varias semanas. Después se enamoró otra ternera (Invierno Luctuoso), y luego otra (Ambrosía del Valle), y así sucesivamente en número de mil cien. Don serafín es bueno con todas ellas. Vuelve a regalarles otro mandil a cuadros y otra escopeta de aire comprimido a cada una de las terneras. Don serafín es bueno, como ya queda reseñado, y ovolactovegetariano grado II en la escala de Simonssen. En los ranchos adyacentes al suyo viven personas. También en los no colindantes y asimismo en casi todos los ranchos de los estados sureños. Posiblemente en los del norte, también. Don serafín siempre es bueno, siempre lo ha sido durante toda su vida, casi de manera constante. Yo no sé la cantidad de mandiles a cuadros y escopetas de aire comprimido que llegaron a acumular sus mil cien terneras. Bueno, sí lo sé, pero lo diré más adelante. El desayuno de Don Serafín se rige por el principio de Simonssen, según el cual el desayuno, la ingesta menos importante del día, debe consistir en un rezo y en un estremecimiento por el clima. A rajatabla llevó el Marqués este precepto. Todavía vive este noble de Colorado en su rancho de Colorado. Cada una de las mil cien terneras tiene mil cien mandiles a cuadros y mil cien escopetas de aire comprimido. Hace tiempo que ya Don Serafín, aunque sigue siendo bueno, no les regala a sus terneras ninguna cosa. Se va a morir. Desayuna mucho.

26.12.09

95. Cosas de la edad tardía


          Una antigua creencia medieval decía que los reyes curaban la escrófula, y es absolutamente cierto. El Rey Mariano me la curó a mí y a toda mi familia de pasiegos destemplados. El carácter de la montaña nos ha incrustado en la médula de la razón una especie de sinsabor lácteo y herbáceo que no nos mejora con el tiempo, sino que empeora nuestras costumbres y nuestra forma de relacionarnos, no sólo con los demás pasiegos, sino incluso con los prebostes de la Mesta o con los patriarcas gitanos del Sacromonte o con las panaderas salmantinas o con los fueteros de Vich o con la abogacía plena de Las Palmas o con los tramalladores de Ayamonte o con los verdugos del Maestrazgo o con los yonquis de Orcasitas o con los arquitectos de Ceuta o con mis primos del Circo Nacional de Montevideo. El pasiego, como le pasa a los efectivos de la Policía Montada del Canadá o a la práctica totalidad de los miembros de la Yakuza de Osaka, es sereno en la falacia, obtuso en el trueque y mendaz a la intemperie. Mi madre nació en el Uzbekistán y mi padre en un lugar secreto del océano Índico, pero yo nací en el Valle y soy como he dicho, ni más ni menos. Tengo, como todos estos que me rodean, si exceptuamos las vacas, una nariz prominente con tres orificios, y tiendo al crimen rural de manera asaz exagerada.

23.12.09

94. Monsieur Didier se va a la montaña


          La hecatombe de cien reses bravas en el coso de Lovaina comenzó con la puesta de largo del ganadero, don Sebastián Rodrigálvarez, que ofició las previas exequias en el dispensario de ultratumba de la plaza. Los graderíos rebosaban tragedia por las costuras de los vomitorios. Los clarines se perdían en una algarabía mahometana, sarracena. Cristianos, sí, pero no solos. Moros no, pero tampoco. "La hecatombe, la hecatombe", gritaba el vendedor de aguamaniles. "Vihuelas y clavicordios", gritaba el vendedor de horchata sagrada y sangría abencerraje. Las damas de caridad se desligaban y lanzaban con las medias caídas un número infinito de vivas a la mujer muerta del gobernador. La hecatombe comienza. Los bravíos animales lloran con lágrimas de bambú, se acogen a sagrado en los urinarios de la enfermería, pero sólo hay sitio para tres (el toro Macael, el toro Néstor y el toro Trumann), los demás a la hecatombe. ¡El oficiante, que venga el oficiante! Los monosabios recogeligas se afanan, canturreando la salmodia de palacio, aquélla que reza así: "Los hierofantes, los hierofante, que vengan ya, que las hordas del Bruch necesitan que les declamen la Cábala, lalalá, lalalá". Y la sangre brota lechosa como en ubre de vaca exprimida por Pedrito Urkiza, el del caserío asesino de Coslada. Los toreros fallecen en olor de centuriones. Ya nunca la boda de una hetaira será igual por estos pagos.

21.12.09

93. Ensayos de ingratitud


          El arroz apenas llegaba para todos los frailes de la abadía. Sin embargo, el abad del monasterio persistía en su empeño de guardar una porción nada desdeñable de ese arroz para dárselo a una zorra que deambulaba por los alrededores del edificio. El animal ya apenas se alejaba de la abadía, sabiendo que un fraile todas las mañanas la buscaba y la llamaba mediante agudos silbidos para darle su más que generosa porción de arroz. Mientras tanto el número de frailes descendía alarmantemente, fallecidos de pura inanición. Llegaron a morir de hambre más de treinta mil frailes por la falta de arroz. La zorra, en simétrica proporción, llegó a pesar cuatro mil arrobas. Era una situación insostenible. Cerca del monasterio había unos billares donde una docena de chinos gárrulos y apestosos regentaban el sucio local. Una chinita, llamada Sagrario Piña Matallana, fregaba con sus cabellos de oro las letrinas de los billares y del monasterio. Comía tan poco como los frailes fallecidos, pero como era muy, pero que muy zorra, el abad, de vez en cuando le daba un poco de arroz a la zorra Sagrario. Cuando la zorra zorra se dio cuenta de que el abad alimentaba a la zorra Sagrario, se la comió. Las letrinas de ambos locales de alterne hedían mucho más que mucho a los tres días de la ingestión vúlpica de la china Piña. Éste, y no otro, es el origen del conocido palíndromo.

18.12.09

92. Vinagre de cebolla albarrana


          Los fastos con que conmemoran los abisinios la derrota de su ejército frente al invasor italiano son de una imaginación que ya, ya. Estos fastos son como las croquetas, que algunas crecen y crecen hasta convertirse en severos bastiones de la moral pública, y otras, en su adusta inmovilidad, persisten en su naturaleza de fritanga necia. El cardamomo, arbusto herbáceo y emblema que centra el escudo de la ciudad de Adís Abeba, le da mucho sabor a la masa de las croquetas, y produce un incremento en la calidad de los poemas que estos negros ancestrales perpetran en las espaldas de las núbiles doncellas de las tribus sometidas. Estos poemas comienzan por un lamento de cazadores ante la falta de piezas a cobrar y terminan por un canto lúdico a la luna y a los testículos del tapir salvaje de la sabana. Los abisinios son de pelo ensortijadísimo y poseen once variedades autóctonas de piojos, algunos muy chiquitos y otros grandes y sabios. El Negus nunca ha tenido contacto con el agua y sus once esposas, tampoco. Es por ello que el occidental que visita la cámara real, por algún asunto diplomático, por ejemplo, nota un tufillo como a cardamomo, como a croqueta, que no se sabe explicar de momento sino está avezado en el conocimiento de las costumbres y modos abisinios. En la Italia meridional son muy apreciadas las croquetas de tapir, denominadas en Nápoles croquetas de tapir, así, tal cual.

16.12.09

91. El teatro de Lola Membrives


          Los cementerios, cuando llueve, huelen a muerto húmedo. Los muertos, cuando nieva, huelen a aguijón helado, a témpano afilado y remoto. El frío conserva y arropa la muerte, el frío es amigo del fin. Se muere para acceder al mundo gélido del más allá, al invierno sin final y sin principio, donde nos encontramos unos con otros en una nube helada de desconsuelo. Los muertos se acumulan dentro de nosotros en cuevas inhóspitas, y debemos dejarlos así, nunca abrigarlos, ni tan siquiera con recuerdos luminosos. El calor de la añoranza los descompone, el olvido, en sutil paradoja, los eterniza en su aura ártica e invernal. En la escarcha de sus ojos vacíos, de sus cuencas oxidadas, los muertos conservan el légamo lejano de la última imagen de su vida; es un mínimo cristal de una fragilidad extrema que anima su quietud eterna y que, al romperse por una brizna de calor, los disipa en una carroña inefable, en polvo de nieve innominada. Por eso es bueno para nosotros y para ellos no sustraerlos de su aterida nada. Cuando más pronto que tarde ocupemos su lugar, querremos la paz inmóvil y mineral que nos corresponde, y que la vida remota de los que quedan no invada con sus remembranzas el frío ganado con todo el sudor de nuestra alma mortal.

15.12.09

90. La Liga Hanseática y los guisantes de olor


          En 1973, Los Ángeles eligió al primer alcalde negro. Esto cierto, pero con alguna precisión que no quedó registrada en su momento. No fue en 1973, sino en 1999; el alcalde elegido no era negro, sino rubio y de ojos garzos; y su elección no tuvo lugar en Los Ángeles, sino en Monforte de Lemos, provincia de Lugo. No obstante, hay que valorar este hecho fundamental como un paso de gigante en la difícil consecución de los plenos derechos civiles para la minoría negra gallega y para la mayoría gallega de California. Pero centrándonos en los gallegos de aquí, hay que considerar los diversos tipos de gallegos negros existentes: primero están los negros gallegos oriundos (NGO), después los negros gallegos criollos (NGC), los negros gallegos mestizos (NGM) y por último los andaluces simpatizantes del Betis (ASB). Berthold H. Freeman, coadjutor de la General Motors y pretor de posta en el Camino de Santiago, realizó los cálculos para comprobar la probidad del gallego negro, según su premiada fórmula: NGO x ASB - (NGC : NGM) = 167,5. Y todos contentos, claro. Porque ya podemos respirar con cierta tranquilidad en nuestros viajes de trabajo o de ocio. Yo tengo guardada una camiseta con la cara de Andrés Do Barro. Tengo también un compañero de trabajo que es de Zamora y su madre también. Quiero decir que su madre también tiene un compañero de trabajo que es de Zamora. La madre de mi amigo es una afroamericana de Los Ángeles, CA.

14.12.09

89. Cosmogonía del pene


          Estoy atravesando el mayor bache emocional y anímico de mi vida. He pospuesto varios días la ejecución del dictamen. Me lo comunicaron a través de un free-xmin' el pasado jueves. No necesito exponeros, viejos camaradas, lo que me entró por el cuerpo. Me puse de inmediato en comunicación con Fray Buchanan, pero me dijo que él ya no estaba en eso, que llamara a Lourditas o a Deseada Miñón Cotán. No lo hice, me daba vergüenza, después de lo de Valladolid. El plazo de finalización para la ejecución del dictamen se acerca. Ya ni sé el número de leotardos que me he puesto, y nada. He salido de parranda con mis dos castores para despejar un poco el velo de angustia que me cubre, pero no me ha servido tampoco de nada. En televisión no han emitido comunicado alguno. En la prensa sí, pero en páginas poco legibles. Me llamó ayer Sir Thomas Arlington para una paparruchada, yo creo que sabe o sospecha algo. Me informó el goliardo de Yuste que las aguas estaban calmas en casa del comisionado, pero yo ya no me fío de nada ni de nadie. Cené ayer angulas con Coca-cola con mi madre Juana. Mi padre había ido con Fontanalls a por agua mineral con gas a la taberna. Todo es un caos. Y las corridas de toros que tenía apalabradas con Tonino se van a ir al garete. Voy a huir, creo que no me queda otra. Me da pena tener que dejar Bodas de sangre a la mitad.

9.12.09

88. Serenidades


          Se me viene encima un enjundioso problema que va a abastecerme de ansiedad los próximos meses. Verán ustedes: yo soy camionero, o transportista, como ustedes prefieran, pero sólo de soslayo. La policía de fronteras me conoce de oídas, y la policía metropolitana me supone muerto. Hace unos días, los jefes de la Mesta del Norte me hicieron un encargo por mediación de la viuda Hissman, que yo acepté con sumo placer, pues ahí no hay problemas de plata. A su vez, los beatos de Santa Marta me suplicaron que no lo hiciera, que me llevara de sus cuevas lo que quisiera, pero que no realizara el porte de momento, no fuera que el Señor me castigara con hijos zurdos, o bisoños en cuanto a templanza y temperamento. Pero el pacto tácito con la Mesta norteña ya se daba por iniciado y al volver a la alquería, por si me devolvían el documentario, ellos ya habían partido hacia los mares del sureste continental. Así que doblé por San Aurelio, y en Santa Marta me despedí de la beatería con dolor de corazón. Y aquí me ven ustedes, con el tráiler hasta arriba de cofres, algunos sobradamente radiactivos, otros merecidamente perniciosos y los más, atestados de droga inane para los habitantes de Metrópoli. Pero es que yo sólo transporto de soslayo, no de facto. Eso, tenían que saberlo, pero me dejé llevar por la avaricia o por los vapores del betún de Judea, o yo que sé qué me pasó. ¡Vaya lío!

4.12.09

87. El capote de Truman


          Avellaneda, biógrafo apócrifo de Tirso de Molina, necio y mendaz juntaletras, nacido en un lupanar de Córdoba, ha muerto esta madrugada. Sentimos en lo más profundo de nuestras almas que la gente muera. El rock'n'roll nos salvó durante algunas décadas, pensábamos que la música tribal, la droga urbana y el sexo a destajo nos harían eternos, pero no fue así, nos hicieron políticos del hare krishna, burguesones de olla y playa, rapavelas de domingo y vocingleros de la champion. Somos menos limpios por ello, lo reconocemos todos cuando nos encontramos en los vagones del metro, y nos hacemos los locos para no sentirnos carcomidos por la vergüenza de los traidores. Así que, no aguantando más, he decidido apoderar a un púgil de La Elipa, que me han asegurado tiene una pegada letal. Se llama Augusto Rebollo y nació en un lupanar cordobés, como todo el mundo. Hoy me lo van a presentar. Hemos quedado a almorzar el Rey, el Conseller de Educació i Cultura del Govern de les Illes Balears, la duquesa de Medina Sidonia, que Dios la tenga en su seno, y yo, para hablar de boxeo en general y de Augusto Rebollo en particular, pero éste último no es seguro que venga, porque es presidente de una mesa petitoria en el Día Mundial de la Hiperplasia Benigna de Próstata, que se celebra precisamente hoy, ¡qué fatalidad!

3.12.09

86. Porn symphony


          El abrecartas se hallaba clavado en el cuello de la doncella, atravesándolo de lado a lado. Aun así nos dispensó una educada sonrisa mientras nos recogía el sombrero, el abrigo y los aperos de labranza a mi ayudante y a mí, y nos hacía pasar con un gesto conminatorio de su brazo izquierdo al salón. Allí, con dos disparos en la cara, lo que hacía ciertamente difícil su reconocimiento, nos tendió la mano y nos saludó afectuosamente el barón Ducatti, que nos hizo sentar en el acogedor sofá de cuero rojo junto a la chimenea y nos ofreció una copa de oporto con galletitas. A un lado del escritorio estilo regencia yacía dormida en una otomana la baronesa Ducatti, de la que colgaban sus intestinos hasta la alfombra persa, probablemente debido a los dos tiros a quemarropa que, según nos informó el barón, le había pegado el mayordomo. Pero la baronesa se despertó en seguida, quizás a consecuencia del zumbido de las moscas que pululaban gozosas en el charquito de sangre abdominal de su vestido negro. Recogiendo con gracia su manojo de tripas se levantó y nos saludó con suma deferencia, ofreciéndonos otra copita de oporto, esta vez acompañada de galletas gigantes. Preguntada la doncella por el causante de la agresión, también respondió con plena seguridad haber sido asesinada por el mayordomo. El barón también fue tajante en este extremo: el mayordomo sin duda fue el que le disparó dos veces a la faz. Mi ayudante no cesó en ningún momento de tomar notas. Esa misma noche procedimos a la detención del mayordomo, que confesó, sin presionarlo, ser el autor de la muerte de la doncella y de los varones Ducatti. Igualmente confesó ser el autor de tres novelas bizantinas y de dos entremeses de tema manchego.

2.12.09

85. Panorama actual de la novela histórica


          Erik Satie conoció en su juventud a Jürgen T., transformista muniqués de escasos dos metros de altura, filósofo a ratos y profeta diletante. Le compuso una pieza titulada Foxtrot pour JT una tarde de ajenjo y crepúsculos renuentes en aquel París que, aunque dicen que existió, no existió jamás, o si existió lo hizo de manera inconstante en la mente de algún pintor impresionado, desconocido y rico. Una tarde de grisura otoñal se les unió Dita Rizzo, artista antigua de variedades invariables, alcohólica y divertida. Satie le compuso una pequeña oda sinfónica a la que tituló Sonatina pour Dita. Entre aullidos de gato y maullidos de lobo el amanecer los cazaba fácilmente, derrengados en el césped de jardines prohibidos y húmedos. Una mañana estival de calor agropecuario conocieron a Benny Tibbs, agregado cultural de la embajada americana y nocherniego empedernido. Poco hizo falta para que se uniera al grupo y para que Satie le compusiera una humorística pieza, para ser tocada a cuatro manos, que llevaba por título Chanson pour le Ambassador. Las amistades en el París de entonces no eran sólidas. La cultura francesa y sus costumbres no prestan mucha atención a la amistad, de hecho, en francés no existen las palabras amistad ni amigo. Nadie que yo conozca tiene un amigo francés. Mi mujer es francesa, y mi madre, y mi amante Georgette, y mi hijo Jean-Claude, pero ellos no son mis amigos, ¿para qué?

1.12.09

84. El celibato de Calvino


          Ed Gain, el asesino caníbal de Wisconsin, no nació en Wisconsin, sino en Duluth, Minnesota. De allí salió a los dieciocho años, en 1955, rumbo al sur con su maleta de vanadio y dos docenas de huevos duros como piñones. A los quince años ya se había comido viva a su prima carnal Abigail de cuatro años y un año después al Sargento de West Point, Doug Nash, al que primero mató con un hacha pequeñita. Hasta que salió de Duluth no mató ni se comió a nadie más, que se sepa. De camino a Wisconsin, a donde se dirigía para trabajar en el rancho de una hermana de su madre, se comió a dos chicas de un coro de góspel, a las que mató con una machota nueva, y poco antes de llegar, al dueño de un bar de carretera llamado Curt Bennet, al que estranguló y violó, por ese orden. Ya en Wisconsin, más concretamente cerca de Madison, donde se encontraba el rancho de tía Paulette, lo primero que hizo al verla fue pegarle un tiro y comérsela. En los siguientes seis años mató y se comió a trescientos veinticinco ciudadanos de Wisconsin. No era un buen chico este Ed Gain. Se diría que era una mala persona. En su confesión, que quiso hacer por escrito, cometió innumerables faltas de ortografía y durante la vista eructó y ventoseó sin el menor recato.

30.11.09

83. Celestinas y Regentas


          El hombre no viene del mono. El hombre, sencillamente, no viene. La mujer, aunque tampoco viene, si tuviera que venir, vendría, pero no la espero. Tampoco espero al mono, aunque él sí que viene, los jueves, pero yo, los jueves no vengo, porque soy hombre, y los hombres, como queda dicho, no vienen. Alguien que no viene, ¿es que va? Es posible. Entonces comencemos:
          El hombre va hacia el mono. Es algo muy complejo, pero va hacia el mono. La mujer que va, va hacia la mona, igualmente que el hombre va hacia el mono. Si no tuviera que ir, no iría, al menos eso espero. Espero a una pareja de monos, macho y hembra, todos los jueves, pero ellos disponen su agenda como les place y pueden venir un domingo por la tarde, o no venir. Yo sí que vengo los jueves.
          Por tanto, si el hombre no viene y el mono sí viene o, sensu contrario, el hombre viene y el mono es libre de ir y venir, la mayoría de encuentros entre mono y hombre, no digo nada entre mujer y mono o entre hombre y mona, serán de carácter aleatorio, encuentros estadísticamente poco significativos, encuentros en la encrucijada, una mirada de reconocimiento, un hasta luego. Los vectores de ambas especies serán equidistantes, pero opuestos, jamás derivativos. El hombre y el mono, pues, nunca hubieran seguido el mismo camino evolutivo.
          No anduvo descaminado el betunero de Sagasta cuando afirmó que a Darwin, lo que le hacía falta era un poco de templanza escolástica.


29.11.09

82. Güelfos y gibelinos


          Santo Tomás de Aquino fue un mediocre cocinero mucho antes de ser un no tan mediocre fraile. Su hermano, que también fue santo, pero que nadie recuerda su nombre, ni yo tampoco, se llamaba Pelayito. Este chico era un mes mayor que Tomasín y dieciocho años mayor que la niña de mi dentista, Sor Inés de la Ventresca, que no tiene nada de santa y, para mí, que ejerce en ocasiones ciertas artes meretricias que le reportan pingües beneficios a la joía. Si bien el bonete parroquial es, per se, merecedor de todos mis respetos, me abstengo de indicar lo que pienso de la mitra obispal, o del capelo cardenalicio, por no hablar de la tiara papal. Un día pinté un óleo en el que el párroco Toño, el obispo Aróstegui, el cardenal von Poppel y el papa Eusebio CCVII intercambiaban sus gorritos frente al edificio de la Masonería de Trípoli. Fue muy aclamado este cuadro mío en el certamen anual de la Academia, mereciendo encendidos elogios de Eulogio Bañuelo, el famoso acuarelista semigallego, aunque el primer premio se lo llevó mi hijo Garcipérez, que me pintó a mí, vestido de húsar de medio cuerpo hacia arriba y desnudo el resto, pero con botas. Un genio. Me siento muy orgulloso del niño. La vida entre sotanas y pinceles es dulce y leve como una breva, suave y digna como el jugo de la cotufa.

25.11.09

81. Efemérides


          La delicada situación de los telares del alma, de mi alma, es un dispendio de sencillos laberintos de cristal, fáciles de transitar, incluso un niño con ojeras, un niño con la tisis blanca más pura podría encontrar fácilmente la salida. Esta situación anímica, mi situación anímica, es por tanto susceptible de que cualquier ave de la costa anide sin más en ella. Mi alma no da miedo porque es nítida y visible, y todos sabemos que sólo produce miedo lo que no vemos, aquello que está muy por detrás de la mirada o muy por delante del tacto. Volviendo a mi delicada situación, he de definirla con tonos blancos. Mi alma se dispersa en todas las tonalidades de ese color que me absorbe e inutiliza en una niebla insonora, porque mi alma acoge muy pocos sonidos, apenas algún salmo lejano y disonante. La música ya no invade, ya no me invade como antes. Blanca, con esqueleto de cristal, anidada por mudas gaviotas, sin música de fondo... ¿Es mi alma un mar de tranquilidad o la muerte de un mar que languidece débil antes del último estertor? La miro desde la cumbre de mi orgullosa nada y la confundo con otras cosas. A veces vibra como las alas de las mariposas cuando van a morir, o como los labios de Venus cuando despierta. Creo en el fondo que se está muriendo. Siento que amanece ya, siento ya los primeros albores de la añoranza.

20.11.09

80. Judit y Holofernes. ¿Qué le vamos a hacer?


          La necesidad imperiosa es como cuando iguanas de otro tiempo siembran su pleistocénica inmovilidad sobre algún abuelo en la salita. Conocemos la salita, porque es nuestra salita, la salita donde consumimos los productos alimenticios, y donde ventoseamos cantando el himno del Getafe, y donde lloramos la salmuera de los recuerdos inhóspitos, y donde vemos Perry Manson, y donde hacemos fundas de ganchillo para los reostatos de los vecinos más allegados. También conocemos a la iguana, que se llama Samuel; es aquella, sí, la que nos trajo el tío Fali de las Indias Occidentales, cuando marchó a las Américas para hacerse pobre después de la guerra, y ya lo creo que lo consiguió. Regresó con su fortuna dilapidada, dos bubas en la entrepierna y la iguana Samuel de regalo para mí. Me hizo mucha ilusión la iguana Samuel, aunque yo hubiera preferido las bubas. Pues eso, a lo que iba, conocemos la salita y la iguana, pero al abuelo no. No sé quién es, no lo conozco, no sé el tiempo que llevará el abuelo en la salita, no habla, parece que está vivo, pero se mueve tanto como la iguana Samuel, a la que no hay quien desprenda del anciano. Se le ha adosado al regazo como sólo saben adosarse los reptiles del Orinoco. He llamado al FBI. Es una necesidad imperiosa la que tengo. Nunca me miran los chinos con los que me cruzo por la calle, pero no sé si esto servirá de ayuda a los agentes gubernamentales. Voy a preparar un Nescafé® con mojicones, que ya estarán a punto de llegar.

17.11.09

79. El efecto Gambler


          Todos íbamos en pareja menos J.J., que iba con cerca de seiscientas mujerzuelas. La noche prometía lo que prometen todas las noches, a saber: oscuridad, soledad, sueño y miedo, pero a nosotros nos daba igual porque era de día y hacía un sol radiante y la mañana prometía lo que prometen siempre todas las mañanas: claridad, gentío, vigilia y miedo. J.J. nos invitó a todos a desayunar en un riolè café con salchichas y huevos. Nunca había estado en un riolè. Tampoco conozco un lugar llamado Fontegrús. Las salchichas estaban muy ricas, tan ricas que me comí las mías (12 unidades) más las de una de las mujerzuelas de J.J., en concreto la mujerzuela nº 196, que era vegetariana, así que me zampé otras 12 unidades; por tanto en total fueron 24 salchichas. Después nos fuimos todos a casa del Cardenal Ullastres, presidente a la sazón, del club de Numismática Compleja. Nos recibió con gesto adusto, como suelen recibir los que ostentan la responsabilidad del capelo cardenalicio, pero al ratito ya estábamos todos en una animada conversación o plática distendida y amena. La vida monacal, los urinarios de Ostende, los caramelos de los conventos de Tracia, todos estos y otros muchos temas fueron debatidos en franca camaradería en casa del prelado. A las 14 horas nos marchamos a nuestros respectivos hogares en diversos trolebuses, como mandan las buenas costumbres. Yo me bajé dos paradas antes de lo habitual y entré en el mismo riolè de por la mañana, y me tomé un vermut con algo parecido a las aceitunas.

13.11.09

78. Un flirt en Sinaloa


          La Señora recogió los restos de su mirada que había extendido por los humedales. Mientras con la mano libre compone su moño dorado con gesto de automatismo doméstico, con la otra mano aprieta con fuerza el pañuelo rojo que Billy le ha bajado del dormitorio. La tarde renuncia a luchar en un crepúsculo deshilvanado y lívido. La Señora no llora, aunque sus hombros experimentan un ligerísimo temblor que anuncia el pronto espasmo de la angustia, la inminente crisis de llanto y de dolor. Billy, desde la entrada del salón, arruga su sombrero de paja, pidiéndole a Dios que la Señora no llore, que no sufra, que las cosas sean de otra manera. Billy tiene tantas pecas en su cara como anhelos por cumplir. En Navidad ya tendrá dieciséis años y ella le ha prometido un caballo. Es tan buena con él. Querría acercarse a ella, decirle una palabra mágica que la hiciera olvidar todas sus penas, que la hiciera sonreír o, mejor, reír a carcajadas. Pero quizás ni sepa que Billy está allí detrás, esperando a que le diga que se marche. Hasta él llega su olor. ¡Qué bien huele siempre! Huele a lavanda, a limón, a canela, huele como huelen las cosas que jamás serán tuyas y las amas más que a nada en el mundo.

12.11.09

77. Fanatismos 2.0


          En noviembre de 1955 Rosa Parks, de raza negra, fue detenida por sentarse en la parte delantera de un autobús de Montgomery en Alabama. A esto lo llamo yo un aserto taimado de pocas bonanzas. Mrs. Parks tenía manías de reina goda y en los autobuses cometía todo tipo de dispendios y distribuciones inexactas con los raperos de Southill. Mrs. Park parecía que tenía noventa noches en los ojos y cuarenta y dos en las aletas de su negra, chata, fea y poco lacedemonia nariz. Los autobuses son en USA de todos los colores del arco iris menos del añil. En USA el añil sólo lo utilizan para los envoltorios de pilas para aparatos de audición de senadores sordos, como Raymond Parks, hermano de Rosa y conductor de autobuses en su época presenatorial, cuando tenía veintiún años y dos trompetas esmaltadas de lapislázuli. El congresista Mel Parks es hermano de Rosa y Raymond y posee un rancho de autobuses sin parte delantera en el norte de Alabama. Allí pasa Mel sus veraneos con las hordas de vascos sureños y con seis valencianos enajenados y perdidos, afiebrados, inserenos y muy divertidos. Lo sé todo de los hermanos Parks porque yo soy su madre, aunque hay días que preferiría ser un paragüero de cinc o una nubecilla en lo alto de un otero de las Galias. Estoy harta de tanto negro y de tanto autobús xenófobo, racista y muy poco añil.

8.11.09

76. Puñales, puñales, puñales


          Marta, mejora tu prosodia, y tú, Estébanez, vamos a ver si progresamos con más brío en el lacerado de momios. Atunes no es lo que aquí nos falta; si acaso carecemos de algo es de escaras de escualos pardos y de vihuelas sardas, pero atunes, para dar y regalar. A mí el monje me engañó una vez, quizás dos, pero no más, que uno es tan tuno como el vocero de la almadraba, aunque más ambicioso y severo con la liturgia y su canon. Por eso las señoras del pueblo y las que vienen por San Benito me turdan y me malevan lo que pueden y yo me dejo. Sandio, el talabartero, pues va de corrala en corrala diciendo que yo aspiro al cargo de sebonero. En mi vida, jamás he comerciado ni con recebo ni con alcuces de tondo. Eso fue lo único que mi padre me enseñó en vida, a que nunca mezclara los negocios de ralea con los otros. Por favor, Martita, pon algo más de empeño, tu prosodia es anómala y disonante cuando te distraes. Así me gusta, Estébanez, mucho mejor, así deben quedar de acompasados los momios, muy bien. Las notas del Turquestán son bienes mostrencos y tralarí, tralará. Los grajos de Mallarit tienen el pico curvo y tralará, tralarí. Burla burlando parece que el tiempo de las rémoras ha llegado a su fin. Recoge los instrumentos, Estébanez y tú los utensilios, Marta, así.

6.11.09

75. La república occisa


          Ahora sí que ya no hay vuelta de ojo. Empiezo a cortar el costrón de pan pensando en los breves enjuagues con el colutorio azulino del Dr. Samolledo y ya no puedo seguir con mi labor. Me hallo ausente, desauspiciado, enfermo mediano y tonto ruidoso. El cuchillo y su hoja urinosa me pesa a pesar de llevar muy bien remendadas mis manoletinas de yeso. El costrón de pan se resiste como la avaricia del hebreo Daghamon, el siríaco traidor y almizclero, que roba los productos de limpieza del cuarto de las escobas de la comunidad. A mí el pan me gusta lo justo para aborrecer los flanes de fuchina. Me enverdece lo dulce y amarilleo con el bacalao, pero lo siento mío, siempre he sentido ese pescado muy mío, como si mi sacrosanta cofradía de chambelanes así me lo hubiera impuesto antes de entrar en la cafetería. Hoy no me viene bien, pero mañana no sé si tampoco. Es cosa del neurocirujano, no es asunto en el que yo intervenga para nada. Hay un tremendo olor a bencina. Algo escandaloso aunque suave. Te quiero.

26.10.09

74. Los payasos de la tele


          La dicotomía noema/noesis llevó a Edmund Husserl, astrólogo iraní de reconocida fama, a un suicidio precoz y pequeñito, como las brujas enanas de La Toja. Estas enanas brujas suicidas se apiñan en espeluncas tenebrosas y gritan de manera no desaforada, pero sí ostentosa e irritante. A los niños del balneario se les advierte de estos extraños sucesos cuando llegan, pero aun así vomitan de espanto en las noches de gallega galerna al oír el estremecedor sonido que emiten las diminutas brujas tojeñas en sus rituales suicidas. Edmund Husserl pasó en La Toja once días en 1964, pero no fue para tomar las aguas, nada de eso, fue para saludar al cura de la ermita de San Caralampio, y para emborracharse con él con un orujo que maceraba el eclesiástico en sus propias ingles, proceso éste que le daba al aguardiente un cierto saborcillo a queso de tetilla pasadito. El estruendo de las enanas no llegaba hasta la ermita, gracias a Dios. Allí tan sólo se oía el croar melodioso de las ranas gigantes de las charcas del lindante y lindo campo de golf del Gran Hotel de La Toja, establecimiento hostelero muy apreciado por todas las familias reales de Europa y por casi todos los tiranos uruguayos. A los norteamericanos les da grima ir a los balnearios europeos, creen que se les meterá por el culo alguna larva portadora de la peste negra o algunos pelos de pinceles de pintores prerrafaelitas. Bueno, de cualquier forma, si van a La Toja no dejen de probar las filloas de lamprea, muy buenas para conservar la fe en la existencia de Dios y para imprimir en nuestros corazones la esperanza en una vida dichosa después de la muerte, siempre que nuestras obras hayan sido buenas, claro está.

15.10.09

73. Tarsicio es un buen testigo


          Simone de Beauvoir, como es de todos conocido, no obtuvo su primer orgasmo hasta los 39 años, orgasmo provocado por su unión carnal con el escritor estadounidense Nelson Algren. Para el americano fue el orgasmo nº 13.962 y no precisamente uno de los más memorables. Conoció a la francesa durante un torneo de bádminton en Surrey, en el que Nelson obtuvo un honroso undécimo puesto en la clasificación. Simone, abandonando a su marido, Jean-Paul Sartre, frente a una nutritiva bandeja de canapés de ruibarbo con rábanos dulces de Madrás, se dirigió al escritor americano y le propuso la coyunda de manera directa y gesticulante, ya que no sabía hablar inglés. Él, sorprendido, dijo sí varias veces, y ambos se dirigieron disimuladamente a las caballerizas. Allí se amaron durante dieciséis minutos y cuarenta y cinco segundos, tiempo más que suficiente para un coito en territorio británico. El bádminton necesita mucha resistencia aeróbica. Los cristaleros de Bristol manejan unas raquetas especiales llamadas nuffies que, manteniendo la forma clásica de la raqueta de bádminton, poseen una especie de trencillas acabadas en diminutas campanillas y dispuestas en el cabo del mango que, durante el desarrollo del juego, dejan en el aire un lírico y algo disonante concertino que recuerda el crepitar de las alas de libélula en lo más profundo de nuestros sueños.

13.10.09

72. El suicidio de las consonantes


          El conde de Palma de Santinelli (1616-1631) vivió pocos años, apenas quince, tres lustros de los cuales dos los pasó encamado debido a una erupción cutánea muy virulenta e invalidante. Este mal dérmico le hacía experimentar un prurito generalizado tan atroz que gritaba de una manera demoniaca noche y día, lo que provocó que una lavandera del castillo, llamada Coralina Batastiatto, se fuera a trabajar más al norte, hacia la parte lindante con los Lagos. Luego, al poco tiempo Coralina se casó con Ruscolo Taninno, traimador de narguillas muy estimado en la comarca, y tuvieron seis hijos, todos sanos y vivos, cuatro hembras y dos varones. Cuando a Ruscolo le daba por beber, pegaba soberanas palizas a su familia, y su familia le pegaba después a él, en una proporción de 7 a 1, lo que hizo que el traimador Taninno dejara la bebida con cierta prontitud. Cuando el conde falleció, la dermatitis dejó de picarle. Uvaldo Ceferinni, botánico y asaltador de tumbas, profanó la del conde a los dos años de su óbito, llevándose los huesos a su laboratorio y haciendo con ellos, tras su pulverización, los famosos polvos del conde de Palma de Santinelli, que tan beneficiosos han sido desde entonces para mitigar el picor que producen las lesiones provocadas por las astutas y peligrosas narguillas en la zona de los Lagos.

9.10.09

71. Panteones de España


          No sé si en alguna ocasión he hablado de la flor de arsénico o del agua mercurial, si así ha ocurrido les pido disculpas. Soy químico y farmacéutico por la Universidad de Salerno, el mismo centro de enseñanza donde se doctoró la primera ginecóloga de la historia, Trótula de Salerno, en el año 1050 aproximadamente. Y del alumbre nitroso o de la sal de Júpiter, ¿he hablado? Si así fuere les pido nuevamente disculpas. Soy médico y botánico por la Universidad de Palermo, centro de enseñanza donde cursó sus estudios de humanidades en el año 1392 el primer extraterrestre del que se tiene constancia verdadera, de nombre muy difícil. De lo que sí estoy seguro de haberles a ustedes hablado, selecto ramillete de mentes piadosas y eruditas, es de la serie de aspavientos enfermizos que desplegaba mi tío favorito, el tito Testes, cuando era presa de sus ataque de clorosis. Mi tito Testes era oriundo de Cangas de Onís, aunque toda su vida vivió en el norte del Camerún con mi tita Garuña, oriunda del norte del Camerún y donde vivió todo el tiempo mientras estuvo viva. Al morir (mi tita Garuña) marchó (sí, mi tita, la muerta) a Cangas con sus primos (mi tita era del Camerún, pero tenía primos asturianos, ¿qué pasa?), también muertos, pero no les fueron bien los negocios (a mi tita y a sus primos), y ella (mi tita) volvió de nuevo a los tablaos, de donde nunca tuvo que haber salido.

6.10.09

70. Ellos deben ser gigantes o así


          Princesa notó algo parecido a las cosquillas (pudieran ser comezones o pequeños tumbos vibrátiles) en las zonas posteriores de las rodillas, también denominadas corvas en ciertos lugares de la provincia de Madrid (como por ejemplo los alrededores de Robledo de Chavela), y entonces supo que se hallaba probablemente enamorada (o ciertamente encendida de una pasión benéfica y tierna), pero a la vez pudiera ser que la combinación de licores ingerida (Licor 42 o 43, no recuerda, con Red Cul o Bull, no recuerda) fuera la causa originaria de esa extraña sensación en sus miembro inferiores (piernas en su denominación habitual y mayoritaria en toda la Sierra Oeste madrileña, a excepción de Robledo de Chavela, donde se las denomina de otra manera que ahora no recuerdo, se me escapa de la memoria, lo siento). Princesa, pues, tras la fiesta o tras el tiempo de asueto merecido (ya que no todo va a ser trabajar, ellas es enfermera y camionera de bajura) se encuentra probablemente enamorada o ebria, o enamorada y ebria, que todo puede ser. Se halla, de cualquier modo, moderadamente feliz, pero no ve a hombre alguno que le haya provocado el sentimiento amoroso; lo único que ve a su lado izquierdo es un cebú hermoso y orlado con confeti en sus cuernas asimétricas. Él (el cebú) la invita a conocer Laponia, ella acepta. Nadie nunca más los ha vuelto a ver, jamás.

2.10.09

69. Talking about sex


          El espliego ensoñador se desliza por los senderos oscuros y oblicuos de la colina. Alejadas, las casas somnolientas se desvanecen en la incierta aurora dorada, casi de oropel. La tibieza del aire se adueña de la campiña entera como señora y reina de feudos verdes, amarillos y olorosos. La estación estalla de tomillo, lavanda y mejorana, la alondra surge y resurge de la fronda, una nube atolondrada vaga solitaria e inexperta en un cielo que se aleja raudo de la palidez hacia un vórtice de azules presagiados. Todo ocurre en un suspiro, en un instante de intenso movimiento, de eléctrica vibración. Un alhelí cede bajo el aliento de la libélula, la genista difumina en un ínfimo piélago polinizado su pequeña alma amarilla. Todo se confunde en el orden selecto y natural, en la vida de las cosas, en el tenue concilio vegetal, animal y mineral. Me gusta imaginar que lo que siento fluye hacia abajo y hacia arriba, y que el óleo del pintor ha creado veladuras y matices exclusivos en mi representación, tan exclusivos como los que utiliza para el velo de la doncella, para la brizna de hierba que el viento dispersa por los campos, para el rayo de sol que penetra en la cabaña pequeña, allá en el bosque tierno y frondoso de abedules.

1.10.09

68. Vivencias del Preste Juan


          Suena el órgano y la mandolina acosada. Se oyen los nenúfares secos crepitar bajo las botas militares. Las madres de Pontevedra son las portadoras de enfermedades lacustres que no requieren cuidados especiales para su curación definitiva. Pero se siguen oyendo los órganos acosados y la mandolina crujir bajo las botas manufacturadas con nenúfares muy secos. La música gallega nace de la sangre de la lamprea en Holanda y vierte sus sones por el Camino de Santiago el Grande, el Inconcluso. Así son las cosas, Agustín; así son te pongas como te pongas y te pongas lo que te pongas: ponte la mantilla ocre de la Santa y lo verás; ponte la casulla y la boina talar y no lo verás. Agustín, oh Agustín querido, supón por un instante que te ladran las reatas de teckers del Baronet, ¿qué harías y hacia dónde huirías, imbécil? La ley no es para ti lo que para mí sí es. En fin, voy a poner la mesa que hoy tengo invitados: los Freeman y las hermanas Tanner. Les voy a sorprender, pues voy a matar a una de las Tanner poco a poco, creo que nos divertiremos, Agustín. A los postres estaremos tan borrachos como los goliardos zamoranos de entreguerras, pero ¿qué te voy a contar que tú no sepas, Adrián?

30.9.09

67. Melindres y metopas


          El alma refractaria que vibra en el eje del fleje no responde a estímulos violentos. Los saduceos tenían una norma, vigente hasta bien entrada la Edad Media. Esta norma ellos desconocían de pleno que la tenían, es por ello que no la practicaban. Sin embargo el eje del fleje nunca fue refractario con saduceo alguno hasta bien entrada la Edad Media. Luego, sí. Ya en el Renacimiento los saduceos florentinos comenzaron a sentir sensaciones ambiguas en cuanto percibían cercana la presencia de un eje de fleje, lo que hacía volverlos retraídos y circunspectos en actos públicos. Añoraban una norma que nunca tuvieron presente en su cultura, pero que su ausencia la hacía más diáfana cada primavera. Debo confesar que soy samaritano de noble cuna y que conozco muy bien lo atrabiliario de las funciones de los flejes y sus conexiones evanescentes con la materia amorfa de los ejes. Si no fuera por el solipsismo inherente a todo esto, no sería justificable lo que está ocurriendo en las estaciones de ferrocarril del norte, donde niños con la hambruna vieja en la mirada merodean como ratas de turba por los meandros de las vías, perseguidos por guardagujas sin escrúpulos que en su vida han sabido discernir el valor moral de un eje ni la simonía atroz de los flejes.

27.9.09

66. Desmayos republicanos


          A mi entender, los jugos glandulares, al menos los que puedo considerar de mi propiedad, deberían tener la deferencia o la educación de atender a mis deseos, no por imperativo categórico (que también), sino porque su mera existencia y desarrollo natural como lo que son, jugos glandulares, lo deben sólo y exclusivamente a mi actividad fisiológica como ente enteramente corporal: ser vivificado, pero a la vez vivificante y dador de energía para las múltiples reacciones bioeléctricas y fisiológicas que tienen lugar para que, entre otras cosas, esas mismas glándulas y esas mismas secreciones, tan renuentes a la suave disciplina que les quiero imponer, se activen y se desarrollen con entera normalidad. Al sistema glandular humano, desde la glándula pineal hacia abajo, se le ha encarecido de manera cordial en numerosas ocasiones que deponga esa actitud antideportiva y esnob de la que se vanagloria ante los demás sistemas corporales. Su poco solidario estilo, su inveterado desprecio para con los demás tejidos celulares no dispone a otra cosa que a la inestabilidad orgánica general y a la confrontación de humores y aparatos. Es por ello que insistimos en la optimización de los mecanismos de control educativo por parte del sistema nervioso central, única posibilidad que encontramos para una mejora en nuestras pretensiones de autonomía personal, tanto física como espiritual.

25.9.09

65. Se puede ser cursi y obeso


          El dolor que supera la línea de un horizonte cualquiera pretende ser humo fabril, pero abandona pronto el deseo pesaroso de su inoperancia real. El dolor se engaña a sí mismo como se engañan las viudas de Calella, que preferían antes el repudio de sus esposos fallecidos en lejanas contiendas que almibarar sus recuerdos con rememoraciones infatuadas. La obsidiana, el rencor y la barbarie argentina, éstas sí son materias para calibrar escalas de dureza. La tiza de tus besos, Casta amiga, me recuerda la arcilla de otro tiempo, ni mejor ni peor, quizás más blando y pastoso. Hoy, la ausencia de nieve me anula toda la poesía que creía llevar dentro. Mañana, aunque las cimas de mil montañas se derramen en mis bolsillos, no velaré la noche de los párpados amados, y la muerte, añeja y porosa como las abuelas de Calella, puede que me visite vestida con traje floral y con las manos rebosantes de tiernas y lánguidas larvas, nerviosas y voraces. Pero para que todo eso llegue a consumarse ha de ceñirse todavía más el anillo saturnal sobre los campos de Agramante, han de manar géiseres abruptos de saliva cordial de las bocas apabulladas de decenas de locutores ariscos y, en fin, han de tocar maitines, que ya va siendo hora de proferir rezos y más rezos, como hacen los chamanes de Calella poco antes de volverse locos.

22.9.09

64. La senda ciega de la política sueca


          Los grumetes de la Mesta castellana acordonaron el ínfimo recinto para la celebración del auto de fe. Leves alondras cifraban aéreos mensajes secretos en un tenue cielo azul de primavera. La obispa Juana cundía azufaifas tiernas en cestillos y artesas de manufactura gitana. Pero el hermoso domingo otoñal se vio de pronto quebrado, como si un rayo inesperado calcinara el bello sortilegio de festejo mediterráneo al que todos los labriegos pensaban asistir si aminoraba o decrecía el número de asesinatos que se cometía en la comarca de un tiempo a esta parte. Tremendo clamor el surgido por la noticia del noviazgo del Supremo con el Constitucional. Yo reclamo a mis alondras, a mis grumetes, a la obispa Juana, a todos los gitanos de la tierra, a los campesinos del mundo y a los asesinos en general que dejen en stand by los sextantes y astrolabios de su propiedad y me demanden la estima y el afecto que les debo y de los que me reconozco en deuda hacia ellos. ¡Que me los demanden, por Dios! ¿Me podría usted, por favor, calar aquel melón? Sí, aquél, el rayadito. Gracias.

20.9.09

63. Lesbianas y adoratrices


          Segismundo Orz dispara bien con su Colt 45 Magnum. Es policía, uno de los mejores de Valencia. En Valencia hay más policías que en Zamora, donde vive el hermano de Segismundo, José Braulio, que también es policía. Los dos cantan fados mal. En Navidad se ven, unas veces en Valencia y otras veces en Zamora, y los veranos lo pasan juntos en el lago de Sanabria unos años y en un apartamento de la playa de Malvarrosa otros años. Los dos son solteros, Segismundo algo más que Juan Braulio. En Vano buscan pareja. En Vano no hay chicas solteras ni de las otras. A Juan Braulio le gustaría matarse y matar luego a su hermano con su Sig-Sauer P220. Y cuando a Braulín se le mete algo en la cabeza...

18.9.09

62. El transporte público


          Serían las seis de la mañana. En Túnez las seis de la mañana es un acontecer no pasajero, por el contrario es un suceso que permanece mezclado con las briznas de té que quedan en los bellamente decorados vasos vidriados. La labor, algo sumeria, de los dueños de tenderetes del zoco principal es enjundiosa, laxa y procedente; la de los jirofantes de la menhara es procelosa, huidiza y longeva. Los túneles no excavados en Túnez son dos: el Quetza-Iz, que atravesaría la ciudad desde la punta hasta la mitad del rabo, y el Minhi-Iz, túnel subsidiario que de manera subsidiaria iría de una a otra parte de la urbe de manera asaz antojadiza y arbitraria. Los humos de los frutos secos garrapiñados dan a la ciudad un aroma como de frutos secos sin garrapiñar. Es esto cosa curiosa, no cabe duda.

17.9.09

61. Expresión pura


          El nazareno inoportuno conmemoró su primer aniversario de boda con la cofradía enemiga. Legionarios de ambas clerecías entonaron a la par himnos disímiles cuya mala ejecución, ahíta de desafines, erigió, en sutil paradoja, una melodía de belleza notablemente sublime. Los confites supieron a poco y las bebidas espirituosas supieron a confeti. El barón von Stuppen sofronizó al Hermano Mayor de una y al Mayordomo de la otra cofradía, con lo que obtuvo una ovación merecida. El correo de Palacio llegó casi al final. La misiva exponía, en letras de oro, los mejores deseos para los unianales esposos y hacía un cariñoso mohín caligráfico para todos los invitados. A todos ellos se les obsequió con una armónica Hohner® de doble arcada y un pan de centeno grande. Los artificiosos fuegos pusieron punto y final a tan magnífica ceremonia.
          Dios os tenga entre sus elegidos.
          Hoy comienza el Ramadán.

16.9.09

60. Narraciones bolivarianas


          El pintor desnuda a la modelo, luego el pincel desnuda los tubos de óleo esparcidos por la desordenada mesa. El cuadro inacabado desnuda los ojos del pintor enajenado, luego la musa primigenia se desnuda en presencia de las demás. Las demás ríen con estrépito mitológico desnudando, a la sazón, al meritorio guardián de la llave que abre el cofre de la belleza pura. El taller del pintor, todo desnudo, resplandece y fulgura en una explosión dulce y ceremoniosa, olímpica. Siempre la creación tuvo algo epifánico y sonoro, refulgente, siempre alguna trompeta celestial se deja oír en alguna ínfima buhardilla de Bohemia.

15.9.09

59. Alimoches


          De un tiempo a esta parte (?) Les damos la bienvenida (?) Y colorín colorado (?) Abundando en ello (?) A nivel de (?) Y, como no puede ser de otra manera (?) Por ende (?) En breves instantes (?) Una cerrada ovación (?) Conectamos con nuestro corresponsal (?) Y tal y cual (?) Quedamos y eso (?) Bruselas vía Amsterdam (?) Tracción delantera (?) Una situación dantesca (?) Algo kafkiano (?) ¿Vale? (?) Tremendo encontronazo (?) Lo que me da la gana (?) Eso habría que verlo (?) Últimas tendencias (?) Error humano (?) Último reducto (?) Buenas vibraciones (?) Fe inquebrantable (?) Respetable público (?) Lamentables sucesos (?) Como estaba estipulado (?) Un susto de muerte (?) Arrasado en lágrimas (?) Labios ardientes (?) Tinta indeleble (?) Unos kilos de más (?) Etc, etc (?)... (?) (?)...

14.9.09

58. Historias del mundo contemporáneo


          La fijó en su corcho con una chincheta. La chinchó en su fijo con una corcheta. La crochó en su chinche con una fijeta. Con suma fijeza sintió cómo se acorchaban sus miembros debido a la picadura de la chinche ponzoñosa. El corcho fijo, a diferencia del corcho interino, no deviene en nada parecido a las palabras que riman con chincheta, como son, por ejemplo, "jaramillo" y "amapola". En contra, los rimeros de chinches y tapones de corcho americano riman mal con los inconexos vocablos coreanos "cohing" y "ah'noh" que son los imprescindibles para la pronunciación de los derivados lácteos, como el kefir, el Danone® y el morcón nonato. Me fijo en el refajo mío y lo noto laxo como un brick de asadura blanca. Soy un bofe. Devengo bofe de continuo: "La jifó en su chorco con una chenchita".

13.9.09

57. El topo ameno


          La serigrafía, arte bicorne y enfrentado doblemente, y la elaboración de la horchata clásica, arte levantisco y asaz arriano, se confunden en los conceptos primarios de los ejecutores originarios y en los pseudoconceptos secundarios de los sucesores consecuentes. A mí no me gusta la horchata porque no lleva pescado y las serigrafías me saben a horchata desvencijada. Los masones de mi pueblo son delineantes en su inmensa mayoría, hijos de horchateros alicantinos, y de carácter huraño. Yo soy masona vieja. De muchacha sembraba chufas en los chalets de los ejecutivos de industrias serigráficas. Luego me amancebé con una muy viril lombriz de tierra que se llamaba William H. Logan. Con posterioridad a estos hechos, Logan me pidió en matrimonio. Ya viuda y sin hijos, comencé con mis negocios de importación-exportación de sustancias de mal aspecto y, la verdad sea dicha, es que no me va mal. Voy a morir en Alicante.

12.9.09

56. Goethe enamorado


          El verdadero enigma de Sarah Contrell era saber si la consideración de la que era partícipe el teniente Bonwill, y de la que ella era no sólo sabedora sino instigadora, respondería a un afecto compartido o a un desdén de sospechosas reminiscencias espurias. El favor, merecido o inmerecido, que profesaba el militar a su otrora damisela, cuyo dispendio sentimental, a todas luces poco apasionado, era ahora un llevadero dije en su pulsera de desaires y sonrisas dadivosas o burlescas, se convirtió de un tiempo a esta parte en un constante y pesaroso sentimiento de orgullo herido y vanidad viril desmadejada. Los sentimientos cruzados entre Sarah y su bienintencionado pretendiente resumían los derivativos titubeos a que sus afectos encontradizos recurrían una y otra vez desde que se conocieron la pasada primavera en Innsbruck.

11.9.09

55. El polipasto


          La calidad de la rosa responde como el clamor de cacerolas; de ese furor alumínico se desprende lo magmático que de su aroma nos magnetiza. La cebolla, también. Pero regresando al origen de los alimentos cocidos, a los utensilios de goma y a la campiña huelvana, no vamos a conseguir mejores ungüentos ni disfraces más ajados. Tampoco la cebolla. Veo a los niños jugar en la piscina como pulpos presidenciales, como obreros cualificados captados por sectas pentecostales. Los niños, los pulpos y los obreros me sosiegan. Las cebollas, no tanto. Tiendo al llanto mientras tiendo los sudarios de los muertos más descuidados. Frecuento con frecuencia los juzgados. He sido juzgado un número primo de veces, he sido condenado un número natural de veces y he sido absuelto un número entero de veces. Soy feliz y dichoso como una cebolla.

10.9.09

54. Ancianos tóxicos


          En la venerable ciudad de Maguncia se deja oír por las esquinas de ciertas calles de barrios oscuros un sonido más o menos como éste: “brus-bluh”. El gerundense Arcadio Nin, audiópata excelso y sonopeda emérito, no ha llegado en sus investigaciones del referido sonido magunciano a conclusión alguna. “Las Breves” ("Les brief"), conocido grupo de enanas científicas belgas especializadas en la física de radiaciones sonoras, tampoco llegaron en sus estudios a ninguna conclusión, al menos a ninguna conclusión de carácter concluyente y, si llegaron a alguna conclusión, era una conclusión de poco carácter, una conclusión apática, sin brío alguno, una conclusión casi inane. El “brus-bluh” no parece afectar a los peatones de la ciudad de Maguncia. Bueno, tan sólo a uno, a Gestas Brickmann, pero este ciudadano, de sesenta y seis años, ha pasado cincuenta y cinco de esos años en una reserva apache de Missouri, y es conocido que una larga permanencia en compañía de indios de cualquier tipo hace que se desarrolle una cierta irritabilidad en las percepciones sonoras. El alcalde de Maguncia se llama Jens Beutel y es moreno.

9.9.09

53. La bola especular


          Estoy sentado con varios ahorcados recientes. Todos visten ropa de presidiario y todos están orinados, dos de ellos también están eyaculados, a uno le ha saltado el globo ocular derecho. La charla versa al principio sobre los cambios y el desarrollo sufrido por la jurisprudencia en cuanto a la pena de muerte en los estados sureños, para tomar luego el debate un derrotero algo más barroco y tendencioso. Reparto escapularios de San Dimas y detentes de la Falange entre el grupo de ajusticiados, y cantamos dos o tres habaneras, las más conocidas y populares. Por último saco unas copitas y reparto un par de rondas de orujo casero de Mondoñedo. Ellos lo agradecen y me dan un mechoncito de soga cada uno, que guardo con cariño en un relicario que deposito entre mis voluptuosos pechos naturales. Sé que esta noche dormiré muy sosegado/a.

8.9.09

52. Asuntos de poco fuste


          El piano vibra como los sopletes en un entorno soviético. La melodía destruye el poco dinero que tengo. La mujer baja la escalera en biquini como una hernia antigua e inoperable. Su marido es sucio y pescador, no un sucio pescador como todos pensamos. Ella, aún en la escalera, pero en los últimos peldaños, le da el pandero, un pandero grande y celeste como las burras de Babilonia. Ella es bella, y distiende su tatuaje abdominal una preñez algo más que incipiente. Su marido, el pescador sucio, coge el pandero y desaparece en su coche gris azulado. El piano deja paso a un saxofón de corte caucásico, coros sampleados lo acompañan en sus subidas y bajadas por escalas de acordes ya muy transitados. Me gusta el maní tanto como el silencio, a veces más.

7.9.09

51. Creo que tenemos que hablar


          Se acerca el carnaval y los tullidos de París se aprestan a romper sus soliloquios y a verter sus pustulosos y tornasolados humores en los pozos cuaresmales de Montmartre. La barbarie bohemia de la margen izquierda del Sena se asemeja sospechosamente al pómulo herido de maquillaje barato de una cocotte de extraviado diapasón y lento contoneo. El pillaje asola el Moulin Rouge con sibilantes navajazos a los cuatro vientos. Sobreviene el recuerdo malevo de la línea Maginot. No resisto la Resistencia. Vuelvo a las aguas de Vichy, a la traición, al molde cobarde del útero infame, y vuelvo a vestir mi uniforme informe y deformado de otros tiempos venideros y malhechores. ¡Vive la France!

23.7.09

50. Alusiones ópticas


          La historia de Michel fue de un azul fuelle; su fuerza, el romanticismo feroz que manaba a raudales de la concatenación de los sucesos que conformaron su vida se podría decir que era de un azul fuelle. Los días que pasamos aquel verano de 1945 en Vichy, aclamados como héroes homéricos, henchidos como americanos mal trajeados, aquellas semanas de un calor túrbido y evanescente conforman en mi recuerdo una época algo clandestina y de una tonalidad azul fuelle. Michel, con su motocicleta lancheada y desastrosa como una hurí despavorida, domina unos pensamientos, los míos, fraternales, melancólicos y nostálgicos que, algunas tardes, me invaden de un azul fuelle. ¡Oh, verdor de prados de la juventud remota! ¡Qué lejanos aquellos aromas de vino punzante y alfileres de melaza en el candor de chicharras asoladas! ¡Qué estridores en las bodegas augustas de frescores entusiastas y versallescos dulzores! ¡Qué benefactora historia la de Michel que tanto reconforta mi alma frente a este atónito crepúsculo azul fuelle!

16.7.09

49. Juventudes enfrentadas


          Se necesitan seminaristas turbulentos (es un decir) pero repele la idea contraria. Este pensamiento es mío y binario. Su lateralidad consiste en temer a nuestros mayores mucho más que antes de nacernos. La meticulosidad con que absorbemos las humedades del alma ajena, exactamente esa meticulosidad, es la que no ejercitamos cuando tronamos por las galerías. Las jarcias del canto anamórfico seducen las atmósferas conventuales. Labriegos son suficientes con los que tenemos, ahorcados tenemos los justos para pasar el domingo y qué decir de la muda comba con que fuma sus vegueros el Gordo Perico. Ahora saben más las nécoras en el pecho de la mora desvencijada, su sabor es el más salvaje que se pierde por los rascacielos de Túnez. Ahora necesito de la complacencia de T*** para poder otorgar la frontera a quien la supure con más ahínco. Es tenaz el bellaco, ya lo creo. Su oriente nevado es de Angulema y su relicario es tan precoz que ya no canoniza la larva en vapor lacustre. ¡Qué dicha ésta!