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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



25.11.09

81. Efemérides


          La delicada situación de los telares del alma, de mi alma, es un dispendio de sencillos laberintos de cristal, fáciles de transitar, incluso un niño con ojeras, un niño con la tisis blanca más pura podría encontrar fácilmente la salida. Esta situación anímica, mi situación anímica, es por tanto susceptible de que cualquier ave de la costa anide sin más en ella. Mi alma no da miedo porque es nítida y visible, y todos sabemos que sólo produce miedo lo que no vemos, aquello que está muy por detrás de la mirada o muy por delante del tacto. Volviendo a mi delicada situación, he de definirla con tonos blancos. Mi alma se dispersa en todas las tonalidades de ese color que me absorbe e inutiliza en una niebla insonora, porque mi alma acoge muy pocos sonidos, apenas algún salmo lejano y disonante. La música ya no invade, ya no me invade como antes. Blanca, con esqueleto de cristal, anidada por mudas gaviotas, sin música de fondo... ¿Es mi alma un mar de tranquilidad o la muerte de un mar que languidece débil antes del último estertor? La miro desde la cumbre de mi orgullosa nada y la confundo con otras cosas. A veces vibra como las alas de las mariposas cuando van a morir, o como los labios de Venus cuando despierta. Creo en el fondo que se está muriendo. Siento que amanece ya, siento ya los primeros albores de la añoranza.

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