Marta, mejora tu prosodia, y tú, Estébanez, vamos a ver si progresamos con más brío en el lacerado de momios. Atunes no es lo que aquí nos falta; si acaso carecemos de algo es de escaras de escualos pardos y de vihuelas sardas, pero atunes, para dar y regalar. A mí el monje me engañó una vez, quizás dos, pero no más, que uno es tan tuno como el vocero de la almadraba, aunque más ambicioso y severo con la liturgia y su canon. Por eso las señoras del pueblo y las que vienen por San Benito me turdan y me malevan lo que pueden y yo me dejo. Sandio, el talabartero, pues va de corrala en corrala diciendo que yo aspiro al cargo de sebonero. En mi vida, jamás he comerciado ni con recebo ni con alcuces de tondo. Eso fue lo único que mi padre me enseñó en vida, a que nunca mezclara los negocios de ralea con los otros. Por favor, Martita, pon algo más de empeño, tu prosodia es anómala y disonante cuando te distraes. Así me gusta, Estébanez, mucho mejor, así deben quedar de acompasados los momios, muy bien. Las notas del Turquestán son bienes mostrencos y tralarí, tralará. Los grajos de Mallarit tienen el pico curvo y tralará, tralarí. Burla burlando parece que el tiempo de las rémoras ha llegado a su fin. Recoge los instrumentos, Estébanez y tú los utensilios, Marta, así.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
8.11.09
76. Puñales, puñales, puñales
Marta, mejora tu prosodia, y tú, Estébanez, vamos a ver si progresamos con más brío en el lacerado de momios. Atunes no es lo que aquí nos falta; si acaso carecemos de algo es de escaras de escualos pardos y de vihuelas sardas, pero atunes, para dar y regalar. A mí el monje me engañó una vez, quizás dos, pero no más, que uno es tan tuno como el vocero de la almadraba, aunque más ambicioso y severo con la liturgia y su canon. Por eso las señoras del pueblo y las que vienen por San Benito me turdan y me malevan lo que pueden y yo me dejo. Sandio, el talabartero, pues va de corrala en corrala diciendo que yo aspiro al cargo de sebonero. En mi vida, jamás he comerciado ni con recebo ni con alcuces de tondo. Eso fue lo único que mi padre me enseñó en vida, a que nunca mezclara los negocios de ralea con los otros. Por favor, Martita, pon algo más de empeño, tu prosodia es anómala y disonante cuando te distraes. Así me gusta, Estébanez, mucho mejor, así deben quedar de acompasados los momios, muy bien. Las notas del Turquestán son bienes mostrencos y tralarí, tralará. Los grajos de Mallarit tienen el pico curvo y tralará, tralarí. Burla burlando parece que el tiempo de las rémoras ha llegado a su fin. Recoge los instrumentos, Estébanez y tú los utensilios, Marta, así.