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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



24.4.13

292. La fuga de cerebelos


          Hoy voy a hablarles de fútbol. El origen de este bizarro juego o deporte fue así, fue de la siguiente manera, aconteció de este modo: 

           El pueblo indoario llevó consigo en su temporalmente lejana diáspora el Rig Veda hasta el sur de la India. Los clamores de guerra fueron Tigris arriba, Éufrates abajo, añadiendo hierba seca a la reconcentrada ira de Babilonia y entonces fue cuando habló Zaratustra, que dijo: "Hagamos un contrato con el dios Mitra". El estofado estaba entonces del todo condimentado, sólo le faltaba un aderezo: el curry rancio del imperio monolítico de las tribus del Este. Buda nace y se queda absorto, inmutable ante la visión de sí mismo, y a lo lejos, los otros paupérrimos imperios del Oeste se creen lo de Zaratustra/Zoroastro y lo del profeta Oseas. Tantos espasmos históricos dan como lógico resultado la nietzcheana invención de la moralidad y como consecuencia inmediata se crea el afán eterno de derramar océanos de sangre de todos los pueblos que sobreviven en la Era Axial para el bien de esos mismos pueblos. Hasta aquí todo encaja, todo parece claro. Pero nadie contaba con los griegos. Nadie contaba con que unos cabreros subalimentados enhebraran el hilo de Cronos en el ojo de la aguja de la primigenia razón. El mito sin Verbo se hace hombre. La idea nace de un laicismo corpóreo y se adhiere con morbosidad a las meninges del divinizado habitante de la polis. Los genitales del homo erectus se elevan hasta el hipotálamo y el hombre ya no fecunda razas ni especies, sólo segrega individuos omnipensantes y alejados cada vez más de los terribles dioses del desierto. Los romanos sólo saben dar a todo aquello un valor de mercado primigenio, envolviendo el orbe con la panoplia de oropel y con el fasto endogámico de la decadencia de unos dioses alquilados y unos héroes de tinte ictérico. La Edad Oscura se acerca emponzoñando los pozos con la peste, mientras la eternidad de la sabiduría se halla enclaustrada entre sayos y cilicios. Sara, Sherezade y Magdalena cohabitan como perras calientes y salidas en el lecho de vísceras desparramadas que en los campos de Oriente y Occidente dejan las Santas Cruzadas. La vuelta de tuerca inversa que supone el Renacimiento y su inhumano humanismo llena el cielo y el infierno de dantes, erasmos y miguelángeles que duran y perduran ajenos a los cismas alemanes y a los cataclismos colombinos continentales. Los indios mueren en su otra Era Axial, tan lejana y nueva, mientras en las cocinas revolucionarias se dan las últimas soflamas sobre el suculento soufflé cartesiano. La razón de los griegos vuelve a surgir a través de los visillos de una ciencia incipiente. Alguien, además, descubre la teoría del hombre y el lobo, la polis se politiza, aparece el primer obrero electrocutado con un libro en el bolsillo trasero, la mujer existe, los poderes se independizan, los reyes van guardando sus pelucas, pero cada vez hay más y más himnos. La economía desbanca para siempre a los sistemas filosofales, ya proscritos y Marx rebulle de su gloria efímera oyendo en lontananza a Hölderlin con un fondo wagneriano muy preciso. El primigenio océano de sangre resurge con fuerza, y los pueblos, se diría que agradecidos, provocan una segunda ola casi tan fuerte o más que la primera. El arte, como, siempre, callando y cayendo en un absurdo de nada divertidísimo y acogedor, muy reconfortante para algunos. Dios acepta la derrota, su derrota, con la resignación de los muy grandes. Y entre escombros metropolitanos, y entre el hambre mal distribuida, y entre leyendas de dioses antiguos nos vemos hoy en esta displicente sociedad del bienestar mal entendido y del horror consumado.

          Y entonces el Negro Willy hace un quiebro de cintura, finta al central del Ousanenses y encara la portería; el guardameta se adelanta, pero Willy, con un portentoso juego de tobillo de su zurda, eleva el esférico por encima del portero y hace que el marcador se ponga 1-0 a favor de los locales. Es el minuto 90 y el árbitro pita el final del partido.

21.4.13

291. La desgracia de ser un intelectual, o no


          En mi bloque de apartamentos somos doce vecinos o unidades familiares. Dicho edificio está formado por seis planta, dos apartamentos por planta. A decir verdad todos somos muy raros. Mucho.

          En el 6º derecha vive Sebastian Pinchel, húngaro, tercer oboe de la Filarmónica, soltero, vive con un koala de nombre Brandon.

          En el 6º izquierda nos encontramos con la familia Hackford, de Liverpool, matrimonio y tres niños (los trillizos Hackford), famosos en su momento por haber nacido con la facultad del habla totalmente evolucionada. Además son inmensos, muy gordos.

          En el 5º derecha viven Mr. y Mrs. Jones, productores y protagonistas principales de una serie pornográfica de DVD's caseros basada en la saga carolingia con incursiones puntuales en la metafísica kantiana.

          Los ocupantes del 5º izquierda son dos jóvenes góticos homosexuales, Timothy y Andrew, que en alguna ocasión se han arrojado juntos desde el balcón, salvando la vida milagrosamente, aunque Andrew, desde el último impacto contra el acerado, deja entrever en su personalidad y en su forma de vestir unos rasgos ya no tan góticos sino ciertamente barrocos.

          En el 4º derecha viven hacinados once afganos turbulentos, con aspectos de genocidas, que se pasan el día golpeándose, insultándose y guisando unos hediondos potajes que dan el aroma general característico a todo el bloque y al que ya nos hemos acostumbrado todos.

          Llegando al 4º izquierda nos encontramos con una puerta acorazada de acero templado flanqueada por dos afroamericanos de dos metros cada uno y armados con sendas kalashnikovs. Suponemos que tras la cámara vive o se esconde un insigne traficante de armas que nadie ha visto y que suponemos que se trata de Idros Salanakis, pero sólo lo suponemos.

          El gaitero andaluz, Sandro Antúnez ocupa con su hermano mayor, el gaitero andaluz, Menandro Antúnez el apartamento 3º derecha. Ambos forman el conocido trío de gaiteros andaluces Hermanos Antúnez, de escasa predicación, pero de notabilísimo entusiasmo y encomiable denuedo en la consecución de la excelencia en el bello arte de soplar gaitas. No se llevan bien con el Sr. Pinchel, el oboísta del 6º derecha.

          En el 3º izquierda a veces se deja ver el conocido periodista y no menos conocido gigolo, Servando Lotti. Su loción para después del afeitado contrapone, dada su fortaleza aromática, el hedor de los potajes afganos. No obstante, dada la afición de Lotti al affair amoroso con provectas damas y a las fiestas con la flor social de la senescencia, habrá que reconvenirle, porque es muy reprobable el  acúmulo de prótesis y pañales de incontinencia que sobrenadan, tras sus jolgorios, en la ya, por otra parte, mugrienta escalera de la vecindad.

          El 2º derecha es la sede del Sindicato de Liberados Sindicales (SLS), cuyo comité ejecutivo no se reúne nunca porque todos sus miembros están liberados, al igual que todos sus afiliados y simpatizantes, por lo que jamás se oye un solo ruido, pero en contrapartida hay que decir que no pagan nunca los recibos de la comunidad.

          En el 2º izquierda vive mi ex-mujer con su marido actual, el atleta paralímpico Josh Montanelli. Su carencia de miembros (todos) no le impidió ser medalla de plata en la modalidad de lanzamiento de martillo (él hacía de martillo). Mi ex-mujer, no creo haberlo dicho, es ensambladora de nenúfares origámicos.

          La familia del 1º derecha es la familia Ortiz- Mendebieta, papá, mamá y las dos niñas, de 22 y 20 años estas últimas, algo ligerillas de cascos, estás úlimas, unas vasquitas calentorras por no decir unas putonas irredentas, estas últimas. Quitando a Montanelli (por desmembrado), a los del sindicato (por inexistentes), a Lotti (por gerontófilo) y a Timothy y Andrew (por maricones), se han tirado estas últimas a todos los vecinos asequibles de la comunidad, es decir, a Mr. Pichel (el del oboe) y a Brandon (su koala); a los trillizos Hackford (los gordos parlanchines) y al padre de los niños; a los once afganos potajeros; a Salanakis (el traficante) y a sus cuatro metros de guardaespaldas; a los dos o tres gaiteros andaluces (los Antúnez); al matrimonio pornógrafo (los Jones, a él y a ella, sesión filmada y editada en un número especial de la famosa serie de DVD's); y a mí, por supuesto, dejándome como recuerdo las muy asquerosas unas purgaciones de muy difícil tratamiento.

          Y aquí estoy yo, vegetando en el 1º izquierda, mi nombre es Marcial y soy astronauta de rivera y violinista en comedores de Cáritas. Aunque parezca inglés, soy galés y no muy buena persona, de hecho soy muy mala persona. Voy a alquilar los dos bajos comerciales del edificio, y voy a instalar en uno de ellos una sinagoga para judíos sordos y en el otro una mezquita para musulmanes ciegos. Lo que me voy a reír. 

          (Dedicado a Geoges Perec)

          

          

          

19.4.13

290. La chacha de tito Alberto


          Hubo un escritor suizo que murió de manera súbita mientras paseaba por la nieve, que durante toda la noche había estado cayendo sobre el jardín que rodeaba el manicomio en donde permaneció internado sus últimos años. Se llamaba Robert Walser. La nieve, obviamente, no sólo cayó en el jardín del manicomio, sino que nevó en otros muchos lugares colindantes o no. Lo encontraron a las pocas horas, cuando lo echaron en falta a la hora del chocolate con mojicones, fruslería ésta que le volvía cuerdo de tanto como le gustaba. La nieve, pienso yo, debía de haber cesado en su caída cuando ocurrió la caída del señor Walser, porque de no haber coincidido el cese en la caída de una y la mortal caída del otro, la primera hubiera cubierto el cuerpo yacente del segundo y no hubieran dado con él hasta que la nieve se fundiera, fenómeno este que, estando en Suiza, puede tardar en ocurrir semanas o meses. A Franz Kafka le gustaba mucho leer a Robert Walser. Igualmente, como a todos los judíos, le gustaba sobre manera un buen tazón de cacao con bizcochitos. No se conocieron personalmente, tan solo se conocieron de manera impersonal, utilizando métodos de transmisión telepática o mesmérica. Y no se gustaron. Se admiraban, sus escritos los estimulaban recíprocamente, pero sus locuras eran antagónicas y ninguna de sus costumbres cotidianas se avenía a un corolario paralelo. Todo esto demuestra varias cosas:  1ª) Los dolores de cabeza que a menudo me acometen son o no son, pero siempre serían. 2ª) La bufanda barata que me regaló Cifuentes fue o no fue, pero siempre estuvo. 3ª) El palacio de los Marqueses de La Algaba asume o no asume, pero siempre prevaleció. 4ª) Frank Zappa elaboró o no, pero casi siempre moría. 5ª) El regaliz marinado hubiera existido o no, pero nunca lo contrario. Walser y Kafka no obtuvieron en vida reconocimiento alguno por su obra. La tisis acabó con el checo cuando aún era joven. La tisis no acabó con el suizo cuando aún era viejo. Yo, que sostengo la tisis interior de mi desdicha, iré en verano a Suiza. A Praga ya fui, invitado por un grupo de disidentes literarios, los llamados "Ágrafos Itinerantes". Si algún día, en medio de la lectura de algún micrograma de Walser, o de alguna carta de Kafka, sienten un tenue dolor de cabeza, anúdense una bufanda barata al cuello, dirijan sus pasos al palacio de los Marqueses de La Algaba, pongan en su iPod la canción de Frank Zappa "Titties and beer" y traguen una a una once barritas de orozuz Zara®, y ya verán ustedes como...

12.4.13

289. La dulce caridad de los negros


          ¿Saben ustedes lo que padezco viviendo sin piel, sin tegumentos que protejan mis órganos, sin pelo que cubra mi cabeza? ¿Saben la irritación a la que me expongo de manera continua sin el recubrimiento habitual que las bestias creadas poseen de manera primigenia? ¿Conocen la hipersensibilidad que experimentan mis terminaciones nerviosas al mínimo contacto con el menor de los estímulos externos, el clamor eléctrico que recorre la desnudez de los músculos de todo mi organismo? ¿Sospechan al menos el martirio que la más anodina acción dinámica impone cruel a mi ser corporal? ¿Albergan alguna noción de lo que supone para mí la humedad, el calor, el frío, los alfileres del viento, el humo que quema mis ojos? Como supongo que todas las respuestas a mis preguntas han sido contestadas con un NO pleno y rotundo, les diré que nada de lo dicho supondría nada, absolutamente nada para mí si además todo ello no fuera acompañado de lo que realmente es la más abominable de las situaciones imaginadas por un ser humano, y no es otra que mi cerebro, cuna del pensamiento autónomo, de las potencias inherentes al alma, no posee tampoco ni la más sutil gasa que lo proteja, que lo aísle, aunque sea mínimamente del clamor de sentimientos e ideas que atormentan por doquier su materia gris. Él tampoco tiene elementos de defensa, ni un solo mecanismo de protección, ningún sistema de contención que le impida sucumbir ante el menor de los afectos, ante una simple mirada de desprecio, la menor de las inclemencias del amor, de la esperanza, del tedio, de la ilusión o de la mera fantasía. Inerme y azogado flota casi en la pura nada del dolor y el miedo, suspendido en un magma corrosivo y lacerante.

          ¡Qué cosas más tristes se me ocurren! Lo malo es que las escribo, y algún incauto se las cree y pensará de mí que soy un alma atormentada, un producto del romanticismo tardío al borde del suicidio, cuando en realidad lo que soy es un baboso pedante con sobrepeso  y sin talento para nada, mucho menos víctima de nada en esta vida, que me ha deparado, créanme, la mayoría de delicias que se les cierra a cal y canto a la mayoría de los humanos. Así que no vayan ustedes a lamentarme, estaría bueno, laméntense de quien quieran, pero en el retrete, alejados de mí, porque nunca me darán ninguna lástima. Las víctimas no cotizan, mucho menos sus émulos; las penas de los demás no nos valen para nada, cada día hay más penas y más "demás" y sufrir por los demás es la entelequia que nos intentaron inculcar a base de hostias (consagradas, se entiende). ¡Ay, Jesús, Jesús! ¡Qué desperdicio de Carne! ¡Qué desperdicio de Sangre! ¡Que desperdicio de madera, y de clavos!

8.4.13

288. La zorma del hapato



          A las 14.30, hora local en Östersund, ciudad de la región sueca de Laponia, un comando compuesto por once chinos armados con fusiles automáticos y piezas de mortero ha secuestrado a un grupo de ciudadanos en un centro comercial del centro de la ciudad. Los fines perseguidos por el grupo terrorista son hasta el momento desconocidos, ya que no han emitido ningún mensaje ni se han puesto en comunicación con las fuerzas del orden que rodean el recinto comercial desde que el hecho fue conocido. Se sabe, sin embargo el número exacto de asaltantes porque fueron vistos jugando al fútbol en el cercano parque de Frösön en la tarde de ayer, cuando pidieron al equipo local (Los Sputniks de Östersund), que suelen entrenar en las inmediaciones del referido parque, que les dejaran jugar con ellos, porfa, a lo que los solidarios jugadores de los Sputniks no opusieron mayores inconvenientes. Eran once porque jugaron todos, y además se corrió el rumor de que posiblemente fueran terroristas porque dejaron toda su impedimenta bélica al lado de la fuente de la sirena, cuyos pezones otra vez algún desaprensivo ha pintado con rotulador colorao, a más de pintarle con un rotu negro una pelambrera más que menúa a la susodicha sirena en el punto hipotético donde la sirena, si no lo fuera, tendría los órganos sexuales. La obsesión genital de este grupo autóctono de gamberros, porque son de aquí, fijo, es extrema. La pasada semana, en el bello frontispicio de nuestro emblemático museo Jamtli, aparecieron pintados 264 penes de todas las formas y colores imaginables, algo repelente y grotesco, aunque la vedad sea dicha, visto desde lejos, desde por ejemplo la tienda de renos de Torgensenn y según el momento del día (aunque aquí los días duran la hostia) el floripondio de pollas del museo queda guapo, guapo. Las ciudades, como entes protectores de apoyo intersocial, van desapareciendo, dando origen a otro concepto que dinamita la solidaridad inherente al carácter gregario humano, y que de paso a la adhesión y advenimiento de cualquier grupo disidente que abandere conductas agresivas, antisociales y ciertamente disgregadoras o incluso inmorales. La ética se desurbaniza, sin obtener por ello un futuro agropecuario que compense su derrota (quiero decir que la vuelta al campo no representa solución alguna, el campo y el mundo que sugiere murieron para siempre), y si no, miren ustedes a estos chinos cabrones, que qué se les habrá perdido en Laponia, donde básicamente sólo hay renos asqueroso y un frío del carajo. Los chinos ya están trayendo más problemas de los que se llevan (en una proporción 3:1), al menos en Östersund han traído uno muy gordo con la vaina esta del secuestro, porque los lapones, aunque suecos son unos pollabobas y lo digo con conocimiento de causa porque yo, aunque catedrático de ética en la Universidad Metropolitana de Estocolmo, nací en un pueblito de Jämtland, es decir soy lapón hasta los cornetes; y no sólo porque lo diga mi padre y mi esposa sino porque es verdad, soy un pollaboba y además soy uno de los secuestrados por los putos chinos estos. Esta mañana se me ocurrió ir al centro comercial a por rulos para mi suegra, a por dos suspensorios para mi suegro, a por un sensor de acueductos, a por carne de reno adobada con carne avinagrada de alce, a por coñac barato para los cubalibres de ron, a por lápices fosforescentes, a por una diadema para mi esposa y a por gusanas para cebo. Un chino me ha dicho en un sueco sin acento que me baje los pantalones.