+

FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



12.4.13

289. La dulce caridad de los negros


          ¿Saben ustedes lo que padezco viviendo sin piel, sin tegumentos que protejan mis órganos, sin pelo que cubra mi cabeza? ¿Saben la irritación a la que me expongo de manera continua sin el recubrimiento habitual que las bestias creadas poseen de manera primigenia? ¿Conocen la hipersensibilidad que experimentan mis terminaciones nerviosas al mínimo contacto con el menor de los estímulos externos, el clamor eléctrico que recorre la desnudez de los músculos de todo mi organismo? ¿Sospechan al menos el martirio que la más anodina acción dinámica impone cruel a mi ser corporal? ¿Albergan alguna noción de lo que supone para mí la humedad, el calor, el frío, los alfileres del viento, el humo que quema mis ojos? Como supongo que todas las respuestas a mis preguntas han sido contestadas con un NO pleno y rotundo, les diré que nada de lo dicho supondría nada, absolutamente nada para mí si además todo ello no fuera acompañado de lo que realmente es la más abominable de las situaciones imaginadas por un ser humano, y no es otra que mi cerebro, cuna del pensamiento autónomo, de las potencias inherentes al alma, no posee tampoco ni la más sutil gasa que lo proteja, que lo aísle, aunque sea mínimamente del clamor de sentimientos e ideas que atormentan por doquier su materia gris. Él tampoco tiene elementos de defensa, ni un solo mecanismo de protección, ningún sistema de contención que le impida sucumbir ante el menor de los afectos, ante una simple mirada de desprecio, la menor de las inclemencias del amor, de la esperanza, del tedio, de la ilusión o de la mera fantasía. Inerme y azogado flota casi en la pura nada del dolor y el miedo, suspendido en un magma corrosivo y lacerante.

          ¡Qué cosas más tristes se me ocurren! Lo malo es que las escribo, y algún incauto se las cree y pensará de mí que soy un alma atormentada, un producto del romanticismo tardío al borde del suicidio, cuando en realidad lo que soy es un baboso pedante con sobrepeso  y sin talento para nada, mucho menos víctima de nada en esta vida, que me ha deparado, créanme, la mayoría de delicias que se les cierra a cal y canto a la mayoría de los humanos. Así que no vayan ustedes a lamentarme, estaría bueno, laméntense de quien quieran, pero en el retrete, alejados de mí, porque nunca me darán ninguna lástima. Las víctimas no cotizan, mucho menos sus émulos; las penas de los demás no nos valen para nada, cada día hay más penas y más "demás" y sufrir por los demás es la entelequia que nos intentaron inculcar a base de hostias (consagradas, se entiende). ¡Ay, Jesús, Jesús! ¡Qué desperdicio de Carne! ¡Qué desperdicio de Sangre! ¡Que desperdicio de madera, y de clavos!