Estoy sentado con varios ahorcados recientes. Todos visten ropa de presidiario y todos están orinados, dos de ellos también están eyaculados, a uno le ha saltado el globo ocular derecho. La charla versa al principio sobre los cambios y el desarrollo sufrido por la jurisprudencia en cuanto a la pena de muerte en los estados sureños, para tomar luego el debate un derrotero algo más barroco y tendencioso. Reparto escapularios de San Dimas y detentes de la Falange entre el grupo de ajusticiados, y cantamos dos o tres habaneras, las más conocidas y populares. Por último saco unas copitas y reparto un par de rondas de orujo casero de Mondoñedo. Ellos lo agradecen y me dan un mechoncito de soga cada uno, que guardo con cariño en un relicario que deposito entre mis voluptuosos pechos naturales. Sé que esta noche dormiré muy sosegado/a.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
9.9.09
53. La bola especular
Estoy sentado con varios ahorcados recientes. Todos visten ropa de presidiario y todos están orinados, dos de ellos también están eyaculados, a uno le ha saltado el globo ocular derecho. La charla versa al principio sobre los cambios y el desarrollo sufrido por la jurisprudencia en cuanto a la pena de muerte en los estados sureños, para tomar luego el debate un derrotero algo más barroco y tendencioso. Reparto escapularios de San Dimas y detentes de la Falange entre el grupo de ajusticiados, y cantamos dos o tres habaneras, las más conocidas y populares. Por último saco unas copitas y reparto un par de rondas de orujo casero de Mondoñedo. Ellos lo agradecen y me dan un mechoncito de soga cada uno, que guardo con cariño en un relicario que deposito entre mis voluptuosos pechos naturales. Sé que esta noche dormiré muy sosegado/a.
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