El nazareno inoportuno conmemoró su primer aniversario de boda con la cofradía enemiga. Legionarios de ambas clerecías entonaron a la par himnos disímiles cuya mala ejecución, ahíta de desafines, erigió, en sutil paradoja, una melodía de belleza notablemente sublime. Los confites supieron a poco y las bebidas espirituosas supieron a confeti. El barón von Stuppen sofronizó al Hermano Mayor de una y al Mayordomo de la otra cofradía, con lo que obtuvo una ovación merecida. El correo de Palacio llegó casi al final. La misiva exponía, en letras de oro, los mejores deseos para los unianales esposos y hacía un cariñoso mohín caligráfico para todos los invitados. A todos ellos se les obsequió con una armónica Hohner® de doble arcada y un pan de centeno grande. Los artificiosos fuegos pusieron punto y final a tan magnífica ceremonia.
Dios os tenga entre sus elegidos.
Hoy comienza el Ramadán.
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