Se acerca el carnaval y los tullidos de París se aprestan a romper sus soliloquios y a verter sus pustulosos y tornasolados humores en los pozos cuaresmales de Montmartre. La barbarie bohemia de la margen izquierda del Sena se asemeja sospechosamente al pómulo herido de maquillaje barato de una cocotte de extraviado diapasón y lento contoneo. El pillaje asola el Moulin Rouge con sibilantes navajazos a los cuatro vientos. Sobreviene el recuerdo malevo de la línea Maginot. No resisto la Resistencia. Vuelvo a las aguas de Vichy, a la traición, al molde cobarde del útero infame, y vuelvo a vestir mi uniforme informe y deformado de otros tiempos venideros y malhechores. ¡Vive la France!
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
7.9.09
51. Creo que tenemos que hablar
Se acerca el carnaval y los tullidos de París se aprestan a romper sus soliloquios y a verter sus pustulosos y tornasolados humores en los pozos cuaresmales de Montmartre. La barbarie bohemia de la margen izquierda del Sena se asemeja sospechosamente al pómulo herido de maquillaje barato de una cocotte de extraviado diapasón y lento contoneo. El pillaje asola el Moulin Rouge con sibilantes navajazos a los cuatro vientos. Sobreviene el recuerdo malevo de la línea Maginot. No resisto la Resistencia. Vuelvo a las aguas de Vichy, a la traición, al molde cobarde del útero infame, y vuelvo a vestir mi uniforme informe y deformado de otros tiempos venideros y malhechores. ¡Vive la France!
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