En la venerable ciudad de Maguncia se deja oír por las esquinas de ciertas calles de barrios oscuros un sonido más o menos como éste: “brus-bluh”. El gerundense Arcadio Nin, audiópata excelso y sonopeda emérito, no ha llegado en sus investigaciones del referido sonido magunciano a conclusión alguna. “Las Breves” ("Les brief"), conocido grupo de enanas científicas belgas especializadas en la física de radiaciones sonoras, tampoco llegaron en sus estudios a ninguna conclusión, al menos a ninguna conclusión de carácter concluyente y, si llegaron a alguna conclusión, era una conclusión de poco carácter, una conclusión apática, sin brío alguno, una conclusión casi inane. El “brus-bluh” no parece afectar a los peatones de la ciudad de Maguncia. Bueno, tan sólo a uno, a Gestas Brickmann, pero este ciudadano, de sesenta y seis años, ha pasado cincuenta y cinco de esos años en una reserva apache de Missouri, y es conocido que una larga permanencia en compañía de indios de cualquier tipo hace que se desarrolle una cierta irritabilidad en las percepciones sonoras. El alcalde de Maguncia se llama Jens Beutel y es moreno.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
10.9.09
54. Ancianos tóxicos
En la venerable ciudad de Maguncia se deja oír por las esquinas de ciertas calles de barrios oscuros un sonido más o menos como éste: “brus-bluh”. El gerundense Arcadio Nin, audiópata excelso y sonopeda emérito, no ha llegado en sus investigaciones del referido sonido magunciano a conclusión alguna. “Las Breves” ("Les brief"), conocido grupo de enanas científicas belgas especializadas en la física de radiaciones sonoras, tampoco llegaron en sus estudios a ninguna conclusión, al menos a ninguna conclusión de carácter concluyente y, si llegaron a alguna conclusión, era una conclusión de poco carácter, una conclusión apática, sin brío alguno, una conclusión casi inane. El “brus-bluh” no parece afectar a los peatones de la ciudad de Maguncia. Bueno, tan sólo a uno, a Gestas Brickmann, pero este ciudadano, de sesenta y seis años, ha pasado cincuenta y cinco de esos años en una reserva apache de Missouri, y es conocido que una larga permanencia en compañía de indios de cualquier tipo hace que se desarrolle una cierta irritabilidad en las percepciones sonoras. El alcalde de Maguncia se llama Jens Beutel y es moreno.
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