El verdadero enigma de Sarah Contrell era saber si la consideración de la que era partícipe el teniente Bonwill, y de la que ella era no sólo sabedora sino instigadora, respondería a un afecto compartido o a un desdén de sospechosas reminiscencias espurias. El favor, merecido o inmerecido, que profesaba el militar a su otrora damisela, cuyo dispendio sentimental, a todas luces poco apasionado, era ahora un llevadero dije en su pulsera de desaires y sonrisas dadivosas o burlescas, se convirtió de un tiempo a esta parte en un constante y pesaroso sentimiento de orgullo herido y vanidad viril desmadejada. Los sentimientos cruzados entre Sarah y su bienintencionado pretendiente resumían los derivativos titubeos a que sus afectos encontradizos recurrían una y otra vez desde que se conocieron la pasada primavera en Innsbruck.
+
FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
12.9.09
56. Goethe enamorado
El verdadero enigma de Sarah Contrell era saber si la consideración de la que era partícipe el teniente Bonwill, y de la que ella era no sólo sabedora sino instigadora, respondería a un afecto compartido o a un desdén de sospechosas reminiscencias espurias. El favor, merecido o inmerecido, que profesaba el militar a su otrora damisela, cuyo dispendio sentimental, a todas luces poco apasionado, era ahora un llevadero dije en su pulsera de desaires y sonrisas dadivosas o burlescas, se convirtió de un tiempo a esta parte en un constante y pesaroso sentimiento de orgullo herido y vanidad viril desmadejada. Los sentimientos cruzados entre Sarah y su bienintencionado pretendiente resumían los derivativos titubeos a que sus afectos encontradizos recurrían una y otra vez desde que se conocieron la pasada primavera en Innsbruck.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario