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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



16.7.09

49. Juventudes enfrentadas


          Se necesitan seminaristas turbulentos (es un decir) pero repele la idea contraria. Este pensamiento es mío y binario. Su lateralidad consiste en temer a nuestros mayores mucho más que antes de nacernos. La meticulosidad con que absorbemos las humedades del alma ajena, exactamente esa meticulosidad, es la que no ejercitamos cuando tronamos por las galerías. Las jarcias del canto anamórfico seducen las atmósferas conventuales. Labriegos son suficientes con los que tenemos, ahorcados tenemos los justos para pasar el domingo y qué decir de la muda comba con que fuma sus vegueros el Gordo Perico. Ahora saben más las nécoras en el pecho de la mora desvencijada, su sabor es el más salvaje que se pierde por los rascacielos de Túnez. Ahora necesito de la complacencia de T*** para poder otorgar la frontera a quien la supure con más ahínco. Es tenaz el bellaco, ya lo creo. Su oriente nevado es de Angulema y su relicario es tan precoz que ya no canoniza la larva en vapor lacustre. ¡Qué dicha ésta!

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