Adolfo Nin nació una noche de nalgas. Su madre se hallaba pariendo al mismo tiempo en la misma clínica maternal. Fue allí donde se conocieron y entablaron una relación que duró varios años. Su padre era maquinista de tren y de barco y no tenía tiempo apenas para dedicarlo a su familia, y mucho menos para dedicarlo a otras familias. Creció sin hermanos (al menos no encontró nunca ningún niño o niña por los cuartos de su casa). Su madre leía mucho, sobre todo libros. A veces se olvidaba de hacer la comida y Adolfo llegó en dos ocasiones a morirse de hambre. Se casó muy joven con una señora que se llamaba Engracia Bru. Se fueron a vivir a su palacete. Esta señora era rica pues tenía más de mil fábricas de baúles. Adolfo y Engracia tuvieron que tener hijos, por lo menos tres. Un día vino el padre de Adolfo a visitarlos y al día siguiente vino la madre. Proyectaron ir un día toda la familia a hacer un picnic a la sierra. Lo hicieron de uno en uno y se divirtieron bastante. Las criadillas de bisonte no son tan tiernas como las de cebú, pero son más nutritivas, qué duda cabe.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
15.7.09
48. Muerte en la nieve
Adolfo Nin nació una noche de nalgas. Su madre se hallaba pariendo al mismo tiempo en la misma clínica maternal. Fue allí donde se conocieron y entablaron una relación que duró varios años. Su padre era maquinista de tren y de barco y no tenía tiempo apenas para dedicarlo a su familia, y mucho menos para dedicarlo a otras familias. Creció sin hermanos (al menos no encontró nunca ningún niño o niña por los cuartos de su casa). Su madre leía mucho, sobre todo libros. A veces se olvidaba de hacer la comida y Adolfo llegó en dos ocasiones a morirse de hambre. Se casó muy joven con una señora que se llamaba Engracia Bru. Se fueron a vivir a su palacete. Esta señora era rica pues tenía más de mil fábricas de baúles. Adolfo y Engracia tuvieron que tener hijos, por lo menos tres. Un día vino el padre de Adolfo a visitarlos y al día siguiente vino la madre. Proyectaron ir un día toda la familia a hacer un picnic a la sierra. Lo hicieron de uno en uno y se divirtieron bastante. Las criadillas de bisonte no son tan tiernas como las de cebú, pero son más nutritivas, qué duda cabe.
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