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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



9.12.09

88. Serenidades


          Se me viene encima un enjundioso problema que va a abastecerme de ansiedad los próximos meses. Verán ustedes: yo soy camionero, o transportista, como ustedes prefieran, pero sólo de soslayo. La policía de fronteras me conoce de oídas, y la policía metropolitana me supone muerto. Hace unos días, los jefes de la Mesta del Norte me hicieron un encargo por mediación de la viuda Hissman, que yo acepté con sumo placer, pues ahí no hay problemas de plata. A su vez, los beatos de Santa Marta me suplicaron que no lo hiciera, que me llevara de sus cuevas lo que quisiera, pero que no realizara el porte de momento, no fuera que el Señor me castigara con hijos zurdos, o bisoños en cuanto a templanza y temperamento. Pero el pacto tácito con la Mesta norteña ya se daba por iniciado y al volver a la alquería, por si me devolvían el documentario, ellos ya habían partido hacia los mares del sureste continental. Así que doblé por San Aurelio, y en Santa Marta me despedí de la beatería con dolor de corazón. Y aquí me ven ustedes, con el tráiler hasta arriba de cofres, algunos sobradamente radiactivos, otros merecidamente perniciosos y los más, atestados de droga inane para los habitantes de Metrópoli. Pero es que yo sólo transporto de soslayo, no de facto. Eso, tenían que saberlo, pero me dejé llevar por la avaricia o por los vapores del betún de Judea, o yo que sé qué me pasó. ¡Vaya lío!