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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



26.12.09

95. Cosas de la edad tardía


          Una antigua creencia medieval decía que los reyes curaban la escrófula, y es absolutamente cierto. El Rey Mariano me la curó a mí y a toda mi familia de pasiegos destemplados. El carácter de la montaña nos ha incrustado en la médula de la razón una especie de sinsabor lácteo y herbáceo que no nos mejora con el tiempo, sino que empeora nuestras costumbres y nuestra forma de relacionarnos, no sólo con los demás pasiegos, sino incluso con los prebostes de la Mesta o con los patriarcas gitanos del Sacromonte o con las panaderas salmantinas o con los fueteros de Vich o con la abogacía plena de Las Palmas o con los tramalladores de Ayamonte o con los verdugos del Maestrazgo o con los yonquis de Orcasitas o con los arquitectos de Ceuta o con mis primos del Circo Nacional de Montevideo. El pasiego, como le pasa a los efectivos de la Policía Montada del Canadá o a la práctica totalidad de los miembros de la Yakuza de Osaka, es sereno en la falacia, obtuso en el trueque y mendaz a la intemperie. Mi madre nació en el Uzbekistán y mi padre en un lugar secreto del océano Índico, pero yo nací en el Valle y soy como he dicho, ni más ni menos. Tengo, como todos estos que me rodean, si exceptuamos las vacas, una nariz prominente con tres orificios, y tiendo al crimen rural de manera asaz exagerada.