Ed Gain, el asesino caníbal de Wisconsin, no nació en Wisconsin, sino en Duluth, Minnesota. De allí salió a los dieciocho años, en 1955, rumbo al sur con su maleta de vanadio y dos docenas de huevos duros como piñones. A los quince años ya se había comido viva a su prima carnal Abigail de cuatro años y un año después al Sargento de West Point, Doug Nash, al que primero mató con un hacha pequeñita. Hasta que salió de Duluth no mató ni se comió a nadie más, que se sepa. De camino a Wisconsin, a donde se dirigía para trabajar en el rancho de una hermana de su madre, se comió a dos chicas de un coro de góspel, a las que mató con una machota nueva, y poco antes de llegar, al dueño de un bar de carretera llamado Curt Bennet, al que estranguló y violó, por ese orden. Ya en Wisconsin, más concretamente cerca de Madison, donde se encontraba el rancho de tía Paulette, lo primero que hizo al verla fue pegarle un tiro y comérsela. En los siguientes seis años mató y se comió a trescientos veinticinco ciudadanos de Wisconsin. No era un buen chico este Ed Gain. Se diría que era una mala persona. En su confesión, que quiso hacer por escrito, cometió innumerables faltas de ortografía y durante la vista eructó y ventoseó sin el menor recato.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
1.12.09
84. El celibato de Calvino
Ed Gain, el asesino caníbal de Wisconsin, no nació en Wisconsin, sino en Duluth, Minnesota. De allí salió a los dieciocho años, en 1955, rumbo al sur con su maleta de vanadio y dos docenas de huevos duros como piñones. A los quince años ya se había comido viva a su prima carnal Abigail de cuatro años y un año después al Sargento de West Point, Doug Nash, al que primero mató con un hacha pequeñita. Hasta que salió de Duluth no mató ni se comió a nadie más, que se sepa. De camino a Wisconsin, a donde se dirigía para trabajar en el rancho de una hermana de su madre, se comió a dos chicas de un coro de góspel, a las que mató con una machota nueva, y poco antes de llegar, al dueño de un bar de carretera llamado Curt Bennet, al que estranguló y violó, por ese orden. Ya en Wisconsin, más concretamente cerca de Madison, donde se encontraba el rancho de tía Paulette, lo primero que hizo al verla fue pegarle un tiro y comérsela. En los siguientes seis años mató y se comió a trescientos veinticinco ciudadanos de Wisconsin. No era un buen chico este Ed Gain. Se diría que era una mala persona. En su confesión, que quiso hacer por escrito, cometió innumerables faltas de ortografía y durante la vista eructó y ventoseó sin el menor recato.