Éramos once los convocados a la reunión. Cada uno con su cosechadora Rickman B-142 en su versión reformada. Todos con nuestro atuendo habitual de trabajo y nuestra escarapela bien visible. Todos con las nalgas prietas de pura tensión nerviosa. Por la ventana penetraba el aroma de los alhelíes y los melones. También penetraba por la ventana el presidente del comité de festejos, pero de manera equivocada. Este señor, nacido en Ostende y criado en una floristería de Túnez, intentaba socavar el honor de la hija de Vargas el tabernero, que vivía dos casas más allá de aquélla en la que estábamos celebrando nuestro siniestro conciliábulo agrícola. El rumor de las olas y la algarabía de los pelícanos y gaviotas no se oían, no penetraban por ventana alguna. Un sinfín o un sin fin o un sifn in o un Sinn Féin de libélulas castrenses sí penetraba en formación, pero por la otra ventana. Al final optamos por cerrar las ventanas e informamos al presidente del comité de festejos de lo que allí se cocinaba, le pareció óptima nuestra asamblea y los fines que pretendíamos conseguir con ella. Se le rellenó la ficha de ingreso, extendió un cheque por la cuantía de la cuota anual y quedó admitido como socio de pleno derecho. Más tarde la luna iluminó los campos, la noche se extendió como los presagios y unas alas nerviosas de murciélagos despavoridos arañaron por aquí y por allá la tenue neblina que se iba alzando desde la superficie del pantano.
+
FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
20.5.09
21. Vitriolo de estaño
Éramos once los convocados a la reunión. Cada uno con su cosechadora Rickman B-142 en su versión reformada. Todos con nuestro atuendo habitual de trabajo y nuestra escarapela bien visible. Todos con las nalgas prietas de pura tensión nerviosa. Por la ventana penetraba el aroma de los alhelíes y los melones. También penetraba por la ventana el presidente del comité de festejos, pero de manera equivocada. Este señor, nacido en Ostende y criado en una floristería de Túnez, intentaba socavar el honor de la hija de Vargas el tabernero, que vivía dos casas más allá de aquélla en la que estábamos celebrando nuestro siniestro conciliábulo agrícola. El rumor de las olas y la algarabía de los pelícanos y gaviotas no se oían, no penetraban por ventana alguna. Un sinfín o un sin fin o un sifn in o un Sinn Féin de libélulas castrenses sí penetraba en formación, pero por la otra ventana. Al final optamos por cerrar las ventanas e informamos al presidente del comité de festejos de lo que allí se cocinaba, le pareció óptima nuestra asamblea y los fines que pretendíamos conseguir con ella. Se le rellenó la ficha de ingreso, extendió un cheque por la cuantía de la cuota anual y quedó admitido como socio de pleno derecho. Más tarde la luna iluminó los campos, la noche se extendió como los presagios y unas alas nerviosas de murciélagos despavoridos arañaron por aquí y por allá la tenue neblina que se iba alzando desde la superficie del pantano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario