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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



26.5.09

26. Recuerdos de ultramar


          La punta de un alfiler es una vasta superficie brillante donde se enfrentan minúsculos caballeros. En su afán de victoria dilapidan sus fortunas y disponen de la vida de sus vasallos, a los que dirigen a una muerte inútil, huérfana de gloria. La punta de un alfiler es también un lugar inhóspito, donde tan solo se distingue en el horizonte algún monasterio en el que monjes harapientos oran sin cesar mientras recolectan la miseria de su huerto. La baja Edad Media se asienta en la punta de un alfiler como la Prehistoria reside en el iris elongado de los gatos. El Tiempo busca refugios, escondites, perseguido por la Distancia que no cesa su asedio al sempiterno reloj de la Historia. El Renacimiento, tan propenso a las veleidades del Arte, se aloja en el azogue de cualquier espejo veneciano. Mi tiempo, tu tiempo, se halla en proceso de búsqueda. ¿Acabará buscando refugio en la recámara de un revólver? ¿En un fino tacón de rojo charol? ¿En un beso de amanecida?

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