Las alacenas no son sitio vulnerable a la pereza de los loros, cacatúas, guacamayos y demás fauna carnavalesca. En pasajes escogidos por los dantistas menos cultos sólo se mencionan estos conceptos muy de tarde en tarde. Sí son mencionados los diferentes procesos industriales a que son sometidas las avellanas para ser utilizadas como esquirlas espirituales en los franciscanos jóvenes, como en el bello doncel de nombre Jerjes Nava Bru, ya coadjutor de acólitos lacayos, ya prefecto menor de canonjías mayores en la abadía de Pont de Vieux, Middlesex.
Las aguas minerales que solían comercializarse en la zona del Bajo Metsz no eran de marcas conocidas. Las marcas más usuales eran: "Guacamaya Bru", "El Lorito Jerjes" y "El Agua del Pont Metsz", todas ellas muy ricas en sales cúpricas y argénticas. Beber agua es como respirar mazorcas en Hungría. Esto no es del todo tal y como lo digo, esto es una metáfora, difícil, pero metáfora al fin y al cabo, quizá sea una metáfora más allá de la metáfora: una meta-metáfora, para ser más precisos. Y ahora que ya saben todos ustedes algo más que ayer, dense un abrazo efusivo y azul y un beso esperanzado y claro como la alberca del tío Luis, recién encalada y adornada de geranios y madreselvas en las esquinas. Es hora de contar los accidentes. Es hora de escoger las lentejas para la olla de mañana.
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