El alma refractaria que vibra en el eje del fleje no responde a estímulos violentos. Los saduceos tenían una norma, vigente hasta bien entrada la Edad Media. Esta norma ellos desconocían de pleno que la tenían, es por ello que no la practicaban. Sin embargo el eje del fleje nunca fue refractario con saduceo alguno hasta bien entrada la Edad Media. Luego, sí. Ya en el Renacimiento los saduceos florentinos comenzaron a sentir sensaciones ambiguas en cuanto percibían cercana la presencia de un eje de fleje, lo que hacía volverlos retraídos y circunspectos en actos públicos. Añoraban una norma que nunca tuvieron presente en su cultura, pero que su ausencia la hacía más diáfana cada primavera. Debo confesar que soy samaritano de noble cuna y que conozco muy bien lo atrabiliario de las funciones de los flejes y sus conexiones evanescentes con la materia amorfa de los ejes. Si no fuera por el solipsismo inherente a todo esto, no sería justificable lo que está ocurriendo en las estaciones de ferrocarril del norte, donde niños con la hambruna vieja en la mirada merodean como ratas de turba por los meandros de las vías, perseguidos por guardagujas sin escrúpulos que en su vida han sabido discernir el valor moral de un eje ni la simonía atroz de los flejes.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
30.9.09
67. Melindres y metopas
El alma refractaria que vibra en el eje del fleje no responde a estímulos violentos. Los saduceos tenían una norma, vigente hasta bien entrada la Edad Media. Esta norma ellos desconocían de pleno que la tenían, es por ello que no la practicaban. Sin embargo el eje del fleje nunca fue refractario con saduceo alguno hasta bien entrada la Edad Media. Luego, sí. Ya en el Renacimiento los saduceos florentinos comenzaron a sentir sensaciones ambiguas en cuanto percibían cercana la presencia de un eje de fleje, lo que hacía volverlos retraídos y circunspectos en actos públicos. Añoraban una norma que nunca tuvieron presente en su cultura, pero que su ausencia la hacía más diáfana cada primavera. Debo confesar que soy samaritano de noble cuna y que conozco muy bien lo atrabiliario de las funciones de los flejes y sus conexiones evanescentes con la materia amorfa de los ejes. Si no fuera por el solipsismo inherente a todo esto, no sería justificable lo que está ocurriendo en las estaciones de ferrocarril del norte, donde niños con la hambruna vieja en la mirada merodean como ratas de turba por los meandros de las vías, perseguidos por guardagujas sin escrúpulos que en su vida han sabido discernir el valor moral de un eje ni la simonía atroz de los flejes.
27.9.09
66. Desmayos republicanos
A mi entender, los jugos glandulares, al menos los que puedo considerar de mi propiedad, deberían tener la deferencia o la educación de atender a mis deseos, no por imperativo categórico (que también), sino porque su mera existencia y desarrollo natural como lo que son, jugos glandulares, lo deben sólo y exclusivamente a mi actividad fisiológica como ente enteramente corporal: ser vivificado, pero a la vez vivificante y dador de energía para las múltiples reacciones bioeléctricas y fisiológicas que tienen lugar para que, entre otras cosas, esas mismas glándulas y esas mismas secreciones, tan renuentes a la suave disciplina que les quiero imponer, se activen y se desarrollen con entera normalidad. Al sistema glandular humano, desde la glándula pineal hacia abajo, se le ha encarecido de manera cordial en numerosas ocasiones que deponga esa actitud antideportiva y esnob de la que se vanagloria ante los demás sistemas corporales. Su poco solidario estilo, su inveterado desprecio para con los demás tejidos celulares no dispone a otra cosa que a la inestabilidad orgánica general y a la confrontación de humores y aparatos. Es por ello que insistimos en la optimización de los mecanismos de control educativo por parte del sistema nervioso central, única posibilidad que encontramos para una mejora en nuestras pretensiones de autonomía personal, tanto física como espiritual.
25.9.09
65. Se puede ser cursi y obeso
El dolor que supera la línea de un horizonte cualquiera pretende ser humo fabril, pero abandona pronto el deseo pesaroso de su inoperancia real. El dolor se engaña a sí mismo como se engañan las viudas de Calella, que preferían antes el repudio de sus esposos fallecidos en lejanas contiendas que almibarar sus recuerdos con rememoraciones infatuadas. La obsidiana, el rencor y la barbarie argentina, éstas sí son materias para calibrar escalas de dureza. La tiza de tus besos, Casta amiga, me recuerda la arcilla de otro tiempo, ni mejor ni peor, quizás más blando y pastoso. Hoy, la ausencia de nieve me anula toda la poesía que creía llevar dentro. Mañana, aunque las cimas de mil montañas se derramen en mis bolsillos, no velaré la noche de los párpados amados, y la muerte, añeja y porosa como las abuelas de Calella, puede que me visite vestida con traje floral y con las manos rebosantes de tiernas y lánguidas larvas, nerviosas y voraces. Pero para que todo eso llegue a consumarse ha de ceñirse todavía más el anillo saturnal sobre los campos de Agramante, han de manar géiseres abruptos de saliva cordial de las bocas apabulladas de decenas de locutores ariscos y, en fin, han de tocar maitines, que ya va siendo hora de proferir rezos y más rezos, como hacen los chamanes de Calella poco antes de volverse locos.
22.9.09
64. La senda ciega de la política sueca
Los grumetes de la Mesta castellana acordonaron el ínfimo recinto para la celebración del auto de fe. Leves alondras cifraban aéreos mensajes secretos en un tenue cielo azul de primavera. La obispa Juana cundía azufaifas tiernas en cestillos y artesas de manufactura gitana. Pero el hermoso domingo otoñal se vio de pronto quebrado, como si un rayo inesperado calcinara el bello sortilegio de festejo mediterráneo al que todos los labriegos pensaban asistir si aminoraba o decrecía el número de asesinatos que se cometía en la comarca de un tiempo a esta parte. Tremendo clamor el surgido por la noticia del noviazgo del Supremo con el Constitucional. Yo reclamo a mis alondras, a mis grumetes, a la obispa Juana, a todos los gitanos de la tierra, a los campesinos del mundo y a los asesinos en general que dejen en stand by los sextantes y astrolabios de su propiedad y me demanden la estima y el afecto que les debo y de los que me reconozco en deuda hacia ellos. ¡Que me los demanden, por Dios! ¿Me podría usted, por favor, calar aquel melón? Sí, aquél, el rayadito. Gracias.
20.9.09
63. Lesbianas y adoratrices
Segismundo Orz dispara bien con su Colt 45 Magnum. Es policía, uno de los mejores de Valencia. En Valencia hay más policías que en Zamora, donde vive el hermano de Segismundo, José Braulio, que también es policía. Los dos cantan fados mal. En Navidad se ven, unas veces en Valencia y otras veces en Zamora, y los veranos lo pasan juntos en el lago de Sanabria unos años y en un apartamento de la playa de Malvarrosa otros años. Los dos son solteros, Segismundo algo más que Juan Braulio. En Vano buscan pareja. En Vano no hay chicas solteras ni de las otras. A Juan Braulio le gustaría matarse y matar luego a su hermano con su Sig-Sauer P220. Y cuando a Braulín se le mete algo en la cabeza...
18.9.09
62. El transporte público
Serían las seis de la mañana. En Túnez las seis de la mañana es un acontecer no pasajero, por el contrario es un suceso que permanece mezclado con las briznas de té que quedan en los bellamente decorados vasos vidriados. La labor, algo sumeria, de los dueños de tenderetes del zoco principal es enjundiosa, laxa y procedente; la de los jirofantes de la menhara es procelosa, huidiza y longeva. Los túneles no excavados en Túnez son dos: el Quetza-Iz, que atravesaría la ciudad desde la punta hasta la mitad del rabo, y el Minhi-Iz, túnel subsidiario que de manera subsidiaria iría de una a otra parte de la urbe de manera asaz antojadiza y arbitraria. Los humos de los frutos secos garrapiñados dan a la ciudad un aroma como de frutos secos sin garrapiñar. Es esto cosa curiosa, no cabe duda.
17.9.09
61. Expresión pura
El nazareno inoportuno conmemoró su primer aniversario de boda con la cofradía enemiga. Legionarios de ambas clerecías entonaron a la par himnos disímiles cuya mala ejecución, ahíta de desafines, erigió, en sutil paradoja, una melodía de belleza notablemente sublime. Los confites supieron a poco y las bebidas espirituosas supieron a confeti. El barón von Stuppen sofronizó al Hermano Mayor de una y al Mayordomo de la otra cofradía, con lo que obtuvo una ovación merecida. El correo de Palacio llegó casi al final. La misiva exponía, en letras de oro, los mejores deseos para los unianales esposos y hacía un cariñoso mohín caligráfico para todos los invitados. A todos ellos se les obsequió con una armónica Hohner® de doble arcada y un pan de centeno grande. Los artificiosos fuegos pusieron punto y final a tan magnífica ceremonia.
Dios os tenga entre sus elegidos.
Hoy comienza el Ramadán.
16.9.09
60. Narraciones bolivarianas
El pintor desnuda a la modelo, luego el pincel desnuda los tubos de óleo esparcidos por la desordenada mesa. El cuadro inacabado desnuda los ojos del pintor enajenado, luego la musa primigenia se desnuda en presencia de las demás. Las demás ríen con estrépito mitológico desnudando, a la sazón, al meritorio guardián de la llave que abre el cofre de la belleza pura. El taller del pintor, todo desnudo, resplandece y fulgura en una explosión dulce y ceremoniosa, olímpica. Siempre la creación tuvo algo epifánico y sonoro, refulgente, siempre alguna trompeta celestial se deja oír en alguna ínfima buhardilla de Bohemia.
15.9.09
59. Alimoches
De un tiempo a esta parte (?) Les damos la bienvenida (?) Y colorín colorado (?) Abundando en ello (?) A nivel de (?) Y, como no puede ser de otra manera (?) Por ende (?) En breves instantes (?) Una cerrada ovación (?) Conectamos con nuestro corresponsal (?) Y tal y cual (?) Quedamos y eso (?) Bruselas vía Amsterdam (?) Tracción delantera (?) Una situación dantesca (?) Algo kafkiano (?) ¿Vale? (?) Tremendo encontronazo (?) Lo que me da la gana (?) Eso habría que verlo (?) Últimas tendencias (?) Error humano (?) Último reducto (?) Buenas vibraciones (?) Fe inquebrantable (?) Respetable público (?) Lamentables sucesos (?) Como estaba estipulado (?) Un susto de muerte (?) Arrasado en lágrimas (?) Labios ardientes (?) Tinta indeleble (?) Unos kilos de más (?) Etc, etc (?)... (?) (?)...
14.9.09
58. Historias del mundo contemporáneo
La fijó en su corcho con una chincheta. La chinchó en su fijo con una corcheta. La crochó en su chinche con una fijeta. Con suma fijeza sintió cómo se acorchaban sus miembros debido a la picadura de la chinche ponzoñosa. El corcho fijo, a diferencia del corcho interino, no deviene en nada parecido a las palabras que riman con chincheta, como son, por ejemplo, "jaramillo" y "amapola". En contra, los rimeros de chinches y tapones de corcho americano riman mal con los inconexos vocablos coreanos "cohing" y "ah'noh" que son los imprescindibles para la pronunciación de los derivados lácteos, como el kefir, el Danone® y el morcón nonato. Me fijo en el refajo mío y lo noto laxo como un brick de asadura blanca. Soy un bofe. Devengo bofe de continuo: "La jifó en su chorco con una chenchita".
13.9.09
57. El topo ameno
La serigrafía, arte bicorne y enfrentado doblemente, y la elaboración de la horchata clásica, arte levantisco y asaz arriano, se confunden en los conceptos primarios de los ejecutores originarios y en los pseudoconceptos secundarios de los sucesores consecuentes. A mí no me gusta la horchata porque no lleva pescado y las serigrafías me saben a horchata desvencijada. Los masones de mi pueblo son delineantes en su inmensa mayoría, hijos de horchateros alicantinos, y de carácter huraño. Yo soy masona vieja. De muchacha sembraba chufas en los chalets de los ejecutivos de industrias serigráficas. Luego me amancebé con una muy viril lombriz de tierra que se llamaba William H. Logan. Con posterioridad a estos hechos, Logan me pidió en matrimonio. Ya viuda y sin hijos, comencé con mis negocios de importación-exportación de sustancias de mal aspecto y, la verdad sea dicha, es que no me va mal. Voy a morir en Alicante.
12.9.09
56. Goethe enamorado
El verdadero enigma de Sarah Contrell era saber si la consideración de la que era partícipe el teniente Bonwill, y de la que ella era no sólo sabedora sino instigadora, respondería a un afecto compartido o a un desdén de sospechosas reminiscencias espurias. El favor, merecido o inmerecido, que profesaba el militar a su otrora damisela, cuyo dispendio sentimental, a todas luces poco apasionado, era ahora un llevadero dije en su pulsera de desaires y sonrisas dadivosas o burlescas, se convirtió de un tiempo a esta parte en un constante y pesaroso sentimiento de orgullo herido y vanidad viril desmadejada. Los sentimientos cruzados entre Sarah y su bienintencionado pretendiente resumían los derivativos titubeos a que sus afectos encontradizos recurrían una y otra vez desde que se conocieron la pasada primavera en Innsbruck.
11.9.09
55. El polipasto
La calidad de la rosa responde como el clamor de cacerolas; de ese furor alumínico se desprende lo magmático que de su aroma nos magnetiza. La cebolla, también. Pero regresando al origen de los alimentos cocidos, a los utensilios de goma y a la campiña huelvana, no vamos a conseguir mejores ungüentos ni disfraces más ajados. Tampoco la cebolla. Veo a los niños jugar en la piscina como pulpos presidenciales, como obreros cualificados captados por sectas pentecostales. Los niños, los pulpos y los obreros me sosiegan. Las cebollas, no tanto. Tiendo al llanto mientras tiendo los sudarios de los muertos más descuidados. Frecuento con frecuencia los juzgados. He sido juzgado un número primo de veces, he sido condenado un número natural de veces y he sido absuelto un número entero de veces. Soy feliz y dichoso como una cebolla.
10.9.09
54. Ancianos tóxicos
En la venerable ciudad de Maguncia se deja oír por las esquinas de ciertas calles de barrios oscuros un sonido más o menos como éste: “brus-bluh”. El gerundense Arcadio Nin, audiópata excelso y sonopeda emérito, no ha llegado en sus investigaciones del referido sonido magunciano a conclusión alguna. “Las Breves” ("Les brief"), conocido grupo de enanas científicas belgas especializadas en la física de radiaciones sonoras, tampoco llegaron en sus estudios a ninguna conclusión, al menos a ninguna conclusión de carácter concluyente y, si llegaron a alguna conclusión, era una conclusión de poco carácter, una conclusión apática, sin brío alguno, una conclusión casi inane. El “brus-bluh” no parece afectar a los peatones de la ciudad de Maguncia. Bueno, tan sólo a uno, a Gestas Brickmann, pero este ciudadano, de sesenta y seis años, ha pasado cincuenta y cinco de esos años en una reserva apache de Missouri, y es conocido que una larga permanencia en compañía de indios de cualquier tipo hace que se desarrolle una cierta irritabilidad en las percepciones sonoras. El alcalde de Maguncia se llama Jens Beutel y es moreno.
9.9.09
53. La bola especular
Estoy sentado con varios ahorcados recientes. Todos visten ropa de presidiario y todos están orinados, dos de ellos también están eyaculados, a uno le ha saltado el globo ocular derecho. La charla versa al principio sobre los cambios y el desarrollo sufrido por la jurisprudencia en cuanto a la pena de muerte en los estados sureños, para tomar luego el debate un derrotero algo más barroco y tendencioso. Reparto escapularios de San Dimas y detentes de la Falange entre el grupo de ajusticiados, y cantamos dos o tres habaneras, las más conocidas y populares. Por último saco unas copitas y reparto un par de rondas de orujo casero de Mondoñedo. Ellos lo agradecen y me dan un mechoncito de soga cada uno, que guardo con cariño en un relicario que deposito entre mis voluptuosos pechos naturales. Sé que esta noche dormiré muy sosegado/a.
8.9.09
52. Asuntos de poco fuste
El piano vibra como los sopletes en un entorno soviético. La melodía destruye el poco dinero que tengo. La mujer baja la escalera en biquini como una hernia antigua e inoperable. Su marido es sucio y pescador, no un sucio pescador como todos pensamos. Ella, aún en la escalera, pero en los últimos peldaños, le da el pandero, un pandero grande y celeste como las burras de Babilonia. Ella es bella, y distiende su tatuaje abdominal una preñez algo más que incipiente. Su marido, el pescador sucio, coge el pandero y desaparece en su coche gris azulado. El piano deja paso a un saxofón de corte caucásico, coros sampleados lo acompañan en sus subidas y bajadas por escalas de acordes ya muy transitados. Me gusta el maní tanto como el silencio, a veces más.
7.9.09
51. Creo que tenemos que hablar
Se acerca el carnaval y los tullidos de París se aprestan a romper sus soliloquios y a verter sus pustulosos y tornasolados humores en los pozos cuaresmales de Montmartre. La barbarie bohemia de la margen izquierda del Sena se asemeja sospechosamente al pómulo herido de maquillaje barato de una cocotte de extraviado diapasón y lento contoneo. El pillaje asola el Moulin Rouge con sibilantes navajazos a los cuatro vientos. Sobreviene el recuerdo malevo de la línea Maginot. No resisto la Resistencia. Vuelvo a las aguas de Vichy, a la traición, al molde cobarde del útero infame, y vuelvo a vestir mi uniforme informe y deformado de otros tiempos venideros y malhechores. ¡Vive la France!
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