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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



20.1.10

107. Édith Piaf y los chihuahuas


          Una mosca es una unidad de lo efímero entre los entresijos de la memoria temporal inesperada. Si subimos en Calcuta al vagón de un tren en dirección norte, la memoria se hace mosca en la primera parada, Ashnibuplmathí; en la siguiente, Burnitnashbul, el tiempo se hace mosca según el clima del momento; y en la tercera, Brahganaghi, ya la mosca eres tú. Al menos eso cuenta Marimón Contreras en sus papeles de viaje. Yo conozco la India por los documentales de la tele de mi hermana, una Kolster de 19 pulgadas con caja de cerezo y tubo catódico de Swarovsky que le costó 19 rublos en el mercado negro de Minsk, a rublo la pulgada, lo que no está mal para los tiempos que corren. En Minsk también hay moscas. Hay una muy gorda, la Mosca Katyusha, que es huérfana y recaudadora de diezmos en la zona de tendencia ortodoxa de la ciudad. El Patriarca Atenágoras la quería mucho y le hizo grandes concesiones de carácter espiritual, hasta que Atenágoras murió. La Mosca Katyusha sigue engordando, alegre, por los arrabales de Minsk, ciudad en la que todos sus habitantes tienen tendencias hindúes y temperamentos huidizos, aunque no lo sepan. Las moscas, todo hay que decirlo, guardan el secreto de su gusto y afición por los cadáveres en una cueva de la zona levantina española, que ahora mismo no recuerdo su nombre ni su localización exacta, pero que si me llama usted a mi móvil mañana o pasado mañana, se lo digo. Tomen nota del número: 691 567 926.