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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



21.6.09

39. Apuntes del natural


           Al amanecer, el sinvergüenza despierta sumido en el hedor de colillas añejas que rebosan los dos ceniceros de plata repujada que están sobre su mesilla de noche estilo isabelino. El sinvergüenza se ducha los jueves. Hoy es domingo, el primer domingo de Adviento, un domingo dominado por la fuerte galerna cantábrica. El sinvergüenza desayuna copos de avena o de cualquier otra cosa, pero siempre copos, de lo que sea: copos de altramuces, copos de calamar, copos de novicia... El sinvergüenza no trabaja nunca, y si alguna vez se atreve, se convierte en trampero, cazador de osos o desmollador de siringos ácidos, pero nunca lo veremos en negociados, despachos o sedes administrativas. Nunca se casa el sinvergüenza, las mozas lo rehúyen despavoridas, aunque las madres de las mozas bien que cohabitarían con él reiteradamente y con suma delectación, pero lo indecoroso del hecho las retiene casi siempre. El sinvergüenza lo es a tiempo completo, no existen casos de sinvergüenzas a tiempo parcial. Sus días pasan con la rapidez del vuelo del milano, y mueren jóvenes. A veces dejan un rastro de sangre, de dolor y, a veces, un rastro de cierta conmiseración o jocunda hilaridad. Es, por tanto, mucho mejor ser un sinvergüenza que ser un idiota.

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