El sexo de los demonios viene definido por la altura de los sextantes de sus credos cismáticos. Así, las demonias de alto rango, como Yuhnamú o Síbahna, lo son por la disposición de la fe que acogieron en sus pupilas de fuego eterno, y no por las maritales consecuencias de sus amores promiscuos. La Cábala intenta poner un muro de humo agnóstico que enturbie el devenir de las futuras guerras santas. El Apocalipsis, no obstante, deja vías abiertas por donde el pensamiento medieval menos tomista adopta posturas más acordes con el pensamiento oriental. Conocer, como conocemos, que el diablo es japonés, que siempre lo fue, y que siempre lo será, no necesariamente ha de dejarnos desnudos frente a la epistemología agresiva de Europa, sino más bien nos ha de abrir el entendimiento a nuevas formas de definición erótica, al menos en cuestiones de demonología práctica. Encíclica tras encíclica estas ideas se afianzan y el compromiso con ellas nos renueva los viejos conceptos. Por tanto, y con esto acabo, los extremos del mal llegan a subvertir las ideas primigenias del sexo demoniaco, y dejan entrever un futuro de revólveres más leves y acariciadores. Que así sea.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
3.6.09
34. La ausencia de Yahvé
El sexo de los demonios viene definido por la altura de los sextantes de sus credos cismáticos. Así, las demonias de alto rango, como Yuhnamú o Síbahna, lo son por la disposición de la fe que acogieron en sus pupilas de fuego eterno, y no por las maritales consecuencias de sus amores promiscuos. La Cábala intenta poner un muro de humo agnóstico que enturbie el devenir de las futuras guerras santas. El Apocalipsis, no obstante, deja vías abiertas por donde el pensamiento medieval menos tomista adopta posturas más acordes con el pensamiento oriental. Conocer, como conocemos, que el diablo es japonés, que siempre lo fue, y que siempre lo será, no necesariamente ha de dejarnos desnudos frente a la epistemología agresiva de Europa, sino más bien nos ha de abrir el entendimiento a nuevas formas de definición erótica, al menos en cuestiones de demonología práctica. Encíclica tras encíclica estas ideas se afianzan y el compromiso con ellas nos renueva los viejos conceptos. Por tanto, y con esto acabo, los extremos del mal llegan a subvertir las ideas primigenias del sexo demoniaco, y dejan entrever un futuro de revólveres más leves y acariciadores. Que así sea.
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