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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



7.3.16

375. Los nuevos hipolipemiantes


          Los lunes no debería escribir. Tampoco asesinar. Los lunes no debería intentar ninguna humorada, el humor es más para los martes. Los miércoles incitan a una escritura amable, liviana, muy del gusto de las amas de casa. Los jueves son para la literatura seria (si es que tal cosa existe), sobre todo para los ensayos o los tratados de apicultura. El viernes es un día anómalo para la creación, no debería constituir parte de la semana (vocablo éste que significa seis), por ello es un día para la literatura de raíz surrealista, para la vanguardia en general y la literatura automática en particular. Los sábados son para las obras maestras, para las cimas literarias, para que los premios Nóbeles, los Goncourts, o los Pulitzers se esmeren y plasmen sus luminosas ideas sobre la pantalla o el papel (o como Bertrand Lavilliers, novelista decimonónico francés, que escribió sus mejores obras sobre la espalda de Eudora Neville, su amante borgoñona). Por último, los domingos son para la literatura de ínfima calidad, la que consumen y les gusta tanto a todos ustedes, la que copa con sus portadas de bellos coloritos los escaparates de las más exitosas librerías de su ciudad. 
          Pero hoy resulta que es lunes, así que lo que salga del estrujamiento de las partes creativas de mi envejecido cerebro será una absoluta mierda. Esta palabra, por cierto, es un vocablo que jamás utilizo, me parece una de las palabras más feas del idioma. Intento no utilizarla nunca. Todo lo referente a la excreción de los detritos corporales me produce rechazo absoluto. Además, como soy básicamente un cursi, lo tengo mucho peor, porque los cursis nos movemos en un mundo irreal sin emuntorios, esfínteres, secreciones, purulencias, flemas, ventosidades, eructos, ni cosas que se les parezcan ni remotamente. Fantasía que choca de pleno con la repugnante realidad. Por eso los ángeles son cursis, por eso los cursis somos ángeles. Los querubines no hacen nunca nada asqueroso, eso es cosa de demonios. Un demonio es la cosa menos cursi que existe. Satán lo será todo, pero nunca será cursi. La mayoría de los santos, sí que lo son, sobre toso San Lucilio Mártir. Las mujeres, aunque no lo parezca, tampoco son cursis, porque la mayoría son demonios. Esto no constituye ningún exabrupto machista, ni mucho menos. Lo satánico e infernal entroniza de manera más fluida en el alma femenina que en la del hombre, y no voy a dar más explicaciones sobre esto por cuestiones de espacio y tiempo, y porque todos los hombres sabemos que tan solo podemos llegar, como mucho, a ser perversos, y porque todas las mujeres saben que cuando quieran pueden negociar con el averno y sus inquilinos con sólo abrir la ventana y elevar una sonrisa envenenada a la luna.

          Conclusiones de este memorándum:

1. Los lunes no están hechos para escribir.
2. La inmensa mayoría de ustedes sólo leen basura.
3. Nunca digo "mierda".
4. Soy cursi como también lo son los ángeles y los santos.
5. El demonio no es cursi, como tampoco lo son las mujeres.
6. Hoy, como queda constatado, es lunes.

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