Hoy, queridos niños, vamos a hablar de la muerte. ¿Qué es la muerte? Pues la muerte es la liberación del alma, que abandona el cuerpo corruptible y se eleva al nimbo de las almas, donde esperan a ser juzgadas por el Todopoderoso, para que disfruten de su presencia eternamente en el cielo, si han sido buenas, o se vayan directamente y con premura a tomar por el culo al infierno para siempre, si han sido malas. Estadísticamente, queridos niños, hay un 25% de personas malas, un 25% de personal buenas y un 50% de personas que no son ni buenas ni malas, y que son las que al morir, sus almas van a un lugar inespecífico, llamado purgatorio, y que los sucesivos concilios no se han puesto todavía de acuerdo en qué carajo es y cuál es su verdadera naturaleza. Así que hoy vamos a ejemplificar esta charla haciendo que suban al estrado un niño malo, que serás tú, Matías; un niño bueno, que serás tú, Ventura; y un niño ni malo ni bueno, que serás tú, Luis María. Comenzaremos por el último, por ti, Luisma. (Pero antes, un inciso. Toda la información que poseo la he obtenido en el confesionario, por lo que básicamente, como veréis y oiréis, me voy a ciscar de pleno en el secreto de confesión). Pues bien, Luis María es un pobre pecador, como casi todos, pero peca poco y mal, casi no peca, pero peca, aunque de manera poco convincente. Si roba, lo hace en el chino de la esquina, y sólo roba objetos defectuosos o inservibles. Se roza en el autobús con las mujeres más feas; se toca muy poco y sólo hojeando las revistas de economía agrícola de su padre; pega a su hermano pequeño, pero inmediatamente le mete cinco euros el su alcancía porcina. En fin, como veis, Luis María no es malo ni bueno, es un auténtico soplapollas casi a tiempo completo, y por eso irá al purgatorio unos cuantos miles de años cuando le llegue el momento. Te puedes sentar, Luisma. Ventura es otro cantar. Es bueno hasta durmiendo. Cuando se confiesa, hablamos de toros, de cosmogonía, de obstetricia maya o de la síntesis de los nuevos esteroides, porque no tiene un solo pecado que contarme y nunca lo ha tenido y, por tanto, nada tiene de lo que arrepentirse. Ama a todos y a todo; ayuda y colabora con todos y con todo; nunca se ha tocado la pinroleta y tan solo ha mirado a los ojos a su madre, a ninguna otra señora o señorita más; quiere ser misionero en Siria para convertir a los moritos del Estado Islámico. Ventura ira directo tras su muerte (que será tristemente pronta) a la diestra del Sumo hacedor. Ventura es, como todos sabéis, un verdadero capullo irredento, un moña colosal. ¡Ale!, vete al pupitre, Venturita. Y vamos ahora con Matías. Con tan corta edad Matía ya ha matado. Tenía cinco añitos cuando le cortó las orejitas y los deditos a su hermanito Aitor en la cuna. Una cruel travesura pero de consecuencias deletéreas. De la impresión su mamá quedó parapléjica y posteriormente su papá se arrojó a las vías del tren. Matías disfrutó en el entierro paterno metiendo petardos gordos en los nichos cercanos. Además Matías es un pajoliento visceral, prácticamente vive en un status orgasmicum; ya contabiliza tres violaciones en grado de tentativa, y se lo hace con cualquier animal muerto, la última vez con una merluza de pincho que sacó del congelador de la cocina de su última casa de acogida. Ya os ha pegado a todos, ya os ha untado mocos en la frente y ya va él barruntando su próximo futuro como asesino en serie o genocida. Es por ello que cuando muera, ojalá sea pronto, y Dios lo vea aparecer, lo echará a hostia limpia a lo más hondo del infierno. Así es. Ya te puedes sentar, cabrón asqueroso. Por tanto, queridos niños, la muerte nos abre a todos una puerta a la miseria, a la gloria o a la incertidumbre, algo muy similar a lo que sucede en la vida que, igualmente, nos ofrece senderos hacia la gloria, hacia la miseria o hacia la incertidumbre. La vida y la muerte por tanto, queridos, es en esencia la misma cosa. Y como ya ha sonado la campana, podéis salir ordenadamente al patio, para que disfrutéis del recreo. No acercaos a la verja, que parece que hay alarma de zombis en la comarca. Mañana hablaremos de la metempsicosis y de la inmortalidad.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
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