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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



12.5.10

143. Contoneos sindicales


          Me escuecen las uñas de vergüenza cuando la veo pasar por la vereda. Con su cántara de mimbre y su canasto de loza, tan risueña y grácil como un calamar de pozo, con su toquilla de graba y su mandilito de musgo fresco. Me muero de la vergüenza porque recuerdo cuando le agredí con mis palabras de burdo jornalero calabrés. Yo la requebré de amores y ella bajó su mirada de virgen sarda y corrió a la cueva de La Negrilla para restañar las heridas a su honor por mí infringidas. Ella es tan débil y frágil como una semilla de gladiolo azucarada, como el aceite que destilan las castañas en Basora. Allí la veo en el recodo del camino. Su trenza se bambolea como un incensario gallego aromando las zarzas de los campos, y sus caderas crean la música para el baile de la primavera. Y mi cara enrojece como la manzana de la bruja mala y me resbalan dos lagrimones sucios por los surcos de mi cara campesina, cara de vergüenza, cara de mineral antiguo. El cura me absuelve pero mi pensamiento quema y mis vellos se encrespan como crestas de gallo cuando la veo. Voy a comprarle un vestido para la romería, un vestido sencillo de piqué, en tonos lavanda, con mangas evasé, fruncidito al talle, escote a la caja y con un poquito de vuelo, algo a la vez elegante y muy ponible. Yo creo que le quedará bien.