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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



8.5.10

141. Érase una nuez


          Tengo delante un plato de lentejas. Todas están boca arriba o boca abajo, ninguna de lado. Si alguna lo estuviera conformaría alguna elipse, pero en mi plato no hay elipse alguna, sólo circunferencias planas de 2,5 mm de diámetro. Ya sé que las lentejas no son planas, son estructuras lenticulares, pero desde mi disposición de comensal, y ya que mi disertación no aborda problemas geométricos sino metafísicos, importa bien poco tal particular. Mis lentejas tienen un aspecto expectante, las que están boca arriba me miran. Deduzco por algo intangible en sus miradas que la causa de su estado expectante no lo constituye el hecho de que en breve van a ser ingeridas y digeridas, sino que su curiosidad esperanzada se halla en la perspectiva de que haga con ellas algo diferente. Y pronto deduzco que ellas saben que yo lo sé. Entonces se agitan un poco al comunicárselo unas a otras (las que están boca arriba a las que están boca abajo, y éstas a las que están en capas inferiores). Así que no me las comeré. He pensado que a cincuenta y cuatro de ellas les haré un trajecito regional correspondiente a las cincuenta y cuatro provincias españolas. A veinticuatro de las más perspicaces las enviaré al extranjero por valija diplomática. A treinta las inscribiré en la Escuela Andaluza de Idiomas para Legumbres, y al resto, unas doscientas, las mandaré a predicar a la zona del Juijui, en la amazonía venezolana.

          Espero que de segundo haya algo consistente. Sé que de postre hay natillas con galleta.