Ahora que por fin gano dinero con la poesía... ¡Ah!, ¿pero ustedes no lo saben? Pensaba que sí conocían el dato, pero al observar sus rictus en posiciones singulares que, por lo general, denotan duda, y sus miradas suspicaces de brillo sarcástico e incrédulo, me doy cuenta de que andan ustedes en la inopia del hecho. Pues sí, gano una fortuna (a veces más) con mis gráciles letrillas, mis dulces poemas y mis ingeniosos opúsculos de epicedios y epitalamios. Ya sé que somos pocos los poetas con dinero, pero yo, gracias a Dios (y a Calíope y a Erato), que han colmado mi espíritu de arco iris florecientes de rimas, de cúmulos de asonancias y consonancias, de pléyades de metáforas inusitadas, tengo la alegría de contar con cofres y cofres a rebosar de billetes que me dan los..., que me dan los... ¿Quién me da la pasta? ¿De dónde viene el dinero? Perdonen ustedes un momento. A ver, Adrián, ¿tú sabes de dónde saco yo tanta pasta? ¿Qué no tienes ni puta idea? Pero, ¿es que tú no sabes que yo soy poeta, hostias? Te pregunto que a quién mandamos los poemas, porque me imagino que habrá algún editor que los publique y que la gente los comprará, digo yo, si no ¿de dónde carajo sacamos tanta plata? Adrián, ¿tú me estás escuchando? Por cierto, Adrián, ¿con qué rima "terebinto"?
+
FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
20.4.10
132. La Europa de Erasmo
Ahora que por fin gano dinero con la poesía... ¡Ah!, ¿pero ustedes no lo saben? Pensaba que sí conocían el dato, pero al observar sus rictus en posiciones singulares que, por lo general, denotan duda, y sus miradas suspicaces de brillo sarcástico e incrédulo, me doy cuenta de que andan ustedes en la inopia del hecho. Pues sí, gano una fortuna (a veces más) con mis gráciles letrillas, mis dulces poemas y mis ingeniosos opúsculos de epicedios y epitalamios. Ya sé que somos pocos los poetas con dinero, pero yo, gracias a Dios (y a Calíope y a Erato), que han colmado mi espíritu de arco iris florecientes de rimas, de cúmulos de asonancias y consonancias, de pléyades de metáforas inusitadas, tengo la alegría de contar con cofres y cofres a rebosar de billetes que me dan los..., que me dan los... ¿Quién me da la pasta? ¿De dónde viene el dinero? Perdonen ustedes un momento. A ver, Adrián, ¿tú sabes de dónde saco yo tanta pasta? ¿Qué no tienes ni puta idea? Pero, ¿es que tú no sabes que yo soy poeta, hostias? Te pregunto que a quién mandamos los poemas, porque me imagino que habrá algún editor que los publique y que la gente los comprará, digo yo, si no ¿de dónde carajo sacamos tanta plata? Adrián, ¿tú me estás escuchando? Por cierto, Adrián, ¿con qué rima "terebinto"?