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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



14.4.10

129. Clarín y el satanismo ovetense


          Ojeando un catálogo ilustrado de máquinas célibes, topé con el Triásforo de Henning. Este mecanismo, ganador del primer premio en la Muestra Anual de Inventiva de Milán del año 1954, colocó a su creador, Elijah C. Henning en lo más alto del parnaso de la creación industrial moderna. Muy por encima del convertidor Bessemer o del destabulador Minkhoff, el triásforo de Henning laminaba los compuestos siderúrgicos, suprimiendo el paso de las tolvas y el del ventilado con compuestos fosforados, para llegar al paso final del drolling con una carga sumamente inferior de densidad metálica, pero con un enriquecimiento en materias elongables, que hacían del producto final algo inservible, pero muy bonito. Henning, nacido en el seno de una familia de tradición huérfana, se casó a los dieciocho años de soltería con Virginia Q., domadora de lechoncillos e inventora aficionada. A ella debemos el enfriador de torreznos y la rebanadora de fuelle único. La feliz pareja tuvo dos huérfanos, Sinople y Embuda, de adscripción tomista el primero y barbujana la segunda. Se da en decir que formaron una familia desestructurada, pero no es verdad. Los Henning eran singulares, sí, pero si cometían crímenes atroces de lesa humanidad, no era propiamente por desestructuración, sino porque eran muy malas personas, y huérfanos todos.