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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



23.7.10

164. Un ramito de biznaga


          Los catalanes de Lekeitio, vizcaínos adoptivos, y los vascos de Terrassa, barceloneses de adopción, son mil seiscientos treinta y uno, todos con cara de refugiados políticos, todos con clavículas prominentes, todos con ancestros emigrados a Cuba, todos sabedores de un secreto mitad geográfico mitad sacrílego que deja a sus hermanos en muy mal lugar. Las breñas del Lekeitazgo y las frondas mediterráneas del Terrassol delimitan zonas climáticas de ozono enriquecido debido a las fermentaciones cúpricas de la flora autóctona y a la putrefacción troncular de los animalillos del bosque bajo. Este ámbito ecológico, según etólogos afamados como Niko Timbergen, es único en el mundo, lo que no significa que sea interesante. Sólo su unicidad, su solvencia como solitario ecosistema, le da su carta identitaria, nada más, porque por lo demás, posee el mismo interés que pudiera tener el tic nervioso del sacristán de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Alfalfa Florida de la localidad murciana de Totana. Mis agria simpatía por estos ciudadanos y su entorno me hace recordar aquella cancioncilla de Pablito Brines que decía así: "Brumas de cieno, mi alma / cohabitan sobre la aurora / mientras los carabineros / abren su pecho condecorado. / ¡Qué vivan las madreperlas, / qué mueran las grapadoras!".