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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



16.7.10

162. Bestiario 02


          TRIPHONÉ: Trasgo de la subespecie silvana, bailarín irredento, mordaz en su lenguaje, procaz con las jóvenes vírgenes del valle y borracho permanente e inmanente, Triphoné presenta una morfología golosa y atrayente: su cuerpo es una especie de guirlache translúcido que deja ver sus albos huesos como almendras y avellanas inmersos en ámbar almibarado. Su cráneo emite un halo que fosforece con la luz de luna y su crespo pelo crepita como el maíz tostado. Sus dientes protruyentes y equinos no dejan de rumiar y rechinar en un estridente roce metálico, casi industrial. No tiene brazos, pero sí dos fuertes extremidades inferiores, con unos formidables pies de seis largos dedos prensiles. No tiene enemigos y es amigo de lo inanimado, sobre todo de las rocas de basalto, a las que venera y adora. Vive cómodo y trashumante en terreno selvático o muy boscoso, y tan sólo abandona el verdor de la fronda para lamer las piedras rugosas, que son su pasión confesa. Los Huilös, malvados seres ululantes del bosque, se desternillan de risa cuando ven a Triphoné con sus rocas lame que te lame, pero es que los Huilös ríen por cualquier cosa, ya se sabe. Triphoné siente a veces la soledad, o algo parecido, pero no sabe qué es eso, porque a casi nada le ha puesto nombre, y ya sabemos que lo que no tiene nombre no existe.