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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



6.7.10

158. ¡Por fin, ya tengo el iZot!


          Voy desinteresadamente a darles un dato que desconocen. Si miran en su biblioteca, observarán que la mayoría de los libros que, ordenada o desordenadamente, descansan en los anaqueles tiene 342 páginas. En mis observaciones por bibliotecas de medio mundo he llegado a esta conclusión numérica: de cada 100 libros, 74 tienen 342 páginas. Mi afición por los libros viene de mi afición por las bibliotecarias. Estas mujeres son muy especiales para mí. Suelen ser gordas sin excesos y muy blandas de carnes,  flaciditas, como si su tejido subcutáneo fuera de la consistencia del flan chino Mandarín®. En la cama son pasivas y risueñas, y a todas les salen hoyuelos en los sitios más insospechados cuando ríen. Suelen tener hermanos deficientes mentales y son muy aficionadas a los gatos. Bibliotecarias fueron mis dos primeras novias, también lo fueron mi primera y mi segunda mujer, y mi amante actual. Incluso mi única experiencia homosexual fue con el actual encargado de préstamos en la biblioteca de Coimbra, el gordito Melho.