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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



30.11.09

83. Celestinas y Regentas


          El hombre no viene del mono. El hombre, sencillamente, no viene. La mujer, aunque tampoco viene, si tuviera que venir, vendría, pero no la espero. Tampoco espero al mono, aunque él sí que viene, los jueves, pero yo, los jueves no vengo, porque soy hombre, y los hombres, como queda dicho, no vienen. Alguien que no viene, ¿es que va? Es posible. Entonces comencemos:
          El hombre va hacia el mono. Es algo muy complejo, pero va hacia el mono. La mujer que va, va hacia la mona, igualmente que el hombre va hacia el mono. Si no tuviera que ir, no iría, al menos eso espero. Espero a una pareja de monos, macho y hembra, todos los jueves, pero ellos disponen su agenda como les place y pueden venir un domingo por la tarde, o no venir. Yo sí que vengo los jueves.
          Por tanto, si el hombre no viene y el mono sí viene o, sensu contrario, el hombre viene y el mono es libre de ir y venir, la mayoría de encuentros entre mono y hombre, no digo nada entre mujer y mono o entre hombre y mona, serán de carácter aleatorio, encuentros estadísticamente poco significativos, encuentros en la encrucijada, una mirada de reconocimiento, un hasta luego. Los vectores de ambas especies serán equidistantes, pero opuestos, jamás derivativos. El hombre y el mono, pues, nunca hubieran seguido el mismo camino evolutivo.
          No anduvo descaminado el betunero de Sagasta cuando afirmó que a Darwin, lo que le hacía falta era un poco de templanza escolástica.


29.11.09

82. Güelfos y gibelinos


          Santo Tomás de Aquino fue un mediocre cocinero mucho antes de ser un no tan mediocre fraile. Su hermano, que también fue santo, pero que nadie recuerda su nombre, ni yo tampoco, se llamaba Pelayito. Este chico era un mes mayor que Tomasín y dieciocho años mayor que la niña de mi dentista, Sor Inés de la Ventresca, que no tiene nada de santa y, para mí, que ejerce en ocasiones ciertas artes meretricias que le reportan pingües beneficios a la joía. Si bien el bonete parroquial es, per se, merecedor de todos mis respetos, me abstengo de indicar lo que pienso de la mitra obispal, o del capelo cardenalicio, por no hablar de la tiara papal. Un día pinté un óleo en el que el párroco Toño, el obispo Aróstegui, el cardenal von Poppel y el papa Eusebio CCVII intercambiaban sus gorritos frente al edificio de la Masonería de Trípoli. Fue muy aclamado este cuadro mío en el certamen anual de la Academia, mereciendo encendidos elogios de Eulogio Bañuelo, el famoso acuarelista semigallego, aunque el primer premio se lo llevó mi hijo Garcipérez, que me pintó a mí, vestido de húsar de medio cuerpo hacia arriba y desnudo el resto, pero con botas. Un genio. Me siento muy orgulloso del niño. La vida entre sotanas y pinceles es dulce y leve como una breva, suave y digna como el jugo de la cotufa.

25.11.09

81. Efemérides


          La delicada situación de los telares del alma, de mi alma, es un dispendio de sencillos laberintos de cristal, fáciles de transitar, incluso un niño con ojeras, un niño con la tisis blanca más pura podría encontrar fácilmente la salida. Esta situación anímica, mi situación anímica, es por tanto susceptible de que cualquier ave de la costa anide sin más en ella. Mi alma no da miedo porque es nítida y visible, y todos sabemos que sólo produce miedo lo que no vemos, aquello que está muy por detrás de la mirada o muy por delante del tacto. Volviendo a mi delicada situación, he de definirla con tonos blancos. Mi alma se dispersa en todas las tonalidades de ese color que me absorbe e inutiliza en una niebla insonora, porque mi alma acoge muy pocos sonidos, apenas algún salmo lejano y disonante. La música ya no invade, ya no me invade como antes. Blanca, con esqueleto de cristal, anidada por mudas gaviotas, sin música de fondo... ¿Es mi alma un mar de tranquilidad o la muerte de un mar que languidece débil antes del último estertor? La miro desde la cumbre de mi orgullosa nada y la confundo con otras cosas. A veces vibra como las alas de las mariposas cuando van a morir, o como los labios de Venus cuando despierta. Creo en el fondo que se está muriendo. Siento que amanece ya, siento ya los primeros albores de la añoranza.

20.11.09

80. Judit y Holofernes. ¿Qué le vamos a hacer?


          La necesidad imperiosa es como cuando iguanas de otro tiempo siembran su pleistocénica inmovilidad sobre algún abuelo en la salita. Conocemos la salita, porque es nuestra salita, la salita donde consumimos los productos alimenticios, y donde ventoseamos cantando el himno del Getafe, y donde lloramos la salmuera de los recuerdos inhóspitos, y donde vemos Perry Manson, y donde hacemos fundas de ganchillo para los reostatos de los vecinos más allegados. También conocemos a la iguana, que se llama Samuel; es aquella, sí, la que nos trajo el tío Fali de las Indias Occidentales, cuando marchó a las Américas para hacerse pobre después de la guerra, y ya lo creo que lo consiguió. Regresó con su fortuna dilapidada, dos bubas en la entrepierna y la iguana Samuel de regalo para mí. Me hizo mucha ilusión la iguana Samuel, aunque yo hubiera preferido las bubas. Pues eso, a lo que iba, conocemos la salita y la iguana, pero al abuelo no. No sé quién es, no lo conozco, no sé el tiempo que llevará el abuelo en la salita, no habla, parece que está vivo, pero se mueve tanto como la iguana Samuel, a la que no hay quien desprenda del anciano. Se le ha adosado al regazo como sólo saben adosarse los reptiles del Orinoco. He llamado al FBI. Es una necesidad imperiosa la que tengo. Nunca me miran los chinos con los que me cruzo por la calle, pero no sé si esto servirá de ayuda a los agentes gubernamentales. Voy a preparar un Nescafé® con mojicones, que ya estarán a punto de llegar.

17.11.09

79. El efecto Gambler


          Todos íbamos en pareja menos J.J., que iba con cerca de seiscientas mujerzuelas. La noche prometía lo que prometen todas las noches, a saber: oscuridad, soledad, sueño y miedo, pero a nosotros nos daba igual porque era de día y hacía un sol radiante y la mañana prometía lo que prometen siempre todas las mañanas: claridad, gentío, vigilia y miedo. J.J. nos invitó a todos a desayunar en un riolè café con salchichas y huevos. Nunca había estado en un riolè. Tampoco conozco un lugar llamado Fontegrús. Las salchichas estaban muy ricas, tan ricas que me comí las mías (12 unidades) más las de una de las mujerzuelas de J.J., en concreto la mujerzuela nº 196, que era vegetariana, así que me zampé otras 12 unidades; por tanto en total fueron 24 salchichas. Después nos fuimos todos a casa del Cardenal Ullastres, presidente a la sazón, del club de Numismática Compleja. Nos recibió con gesto adusto, como suelen recibir los que ostentan la responsabilidad del capelo cardenalicio, pero al ratito ya estábamos todos en una animada conversación o plática distendida y amena. La vida monacal, los urinarios de Ostende, los caramelos de los conventos de Tracia, todos estos y otros muchos temas fueron debatidos en franca camaradería en casa del prelado. A las 14 horas nos marchamos a nuestros respectivos hogares en diversos trolebuses, como mandan las buenas costumbres. Yo me bajé dos paradas antes de lo habitual y entré en el mismo riolè de por la mañana, y me tomé un vermut con algo parecido a las aceitunas.

13.11.09

78. Un flirt en Sinaloa


          La Señora recogió los restos de su mirada que había extendido por los humedales. Mientras con la mano libre compone su moño dorado con gesto de automatismo doméstico, con la otra mano aprieta con fuerza el pañuelo rojo que Billy le ha bajado del dormitorio. La tarde renuncia a luchar en un crepúsculo deshilvanado y lívido. La Señora no llora, aunque sus hombros experimentan un ligerísimo temblor que anuncia el pronto espasmo de la angustia, la inminente crisis de llanto y de dolor. Billy, desde la entrada del salón, arruga su sombrero de paja, pidiéndole a Dios que la Señora no llore, que no sufra, que las cosas sean de otra manera. Billy tiene tantas pecas en su cara como anhelos por cumplir. En Navidad ya tendrá dieciséis años y ella le ha prometido un caballo. Es tan buena con él. Querría acercarse a ella, decirle una palabra mágica que la hiciera olvidar todas sus penas, que la hiciera sonreír o, mejor, reír a carcajadas. Pero quizás ni sepa que Billy está allí detrás, esperando a que le diga que se marche. Hasta él llega su olor. ¡Qué bien huele siempre! Huele a lavanda, a limón, a canela, huele como huelen las cosas que jamás serán tuyas y las amas más que a nada en el mundo.

12.11.09

77. Fanatismos 2.0


          En noviembre de 1955 Rosa Parks, de raza negra, fue detenida por sentarse en la parte delantera de un autobús de Montgomery en Alabama. A esto lo llamo yo un aserto taimado de pocas bonanzas. Mrs. Parks tenía manías de reina goda y en los autobuses cometía todo tipo de dispendios y distribuciones inexactas con los raperos de Southill. Mrs. Park parecía que tenía noventa noches en los ojos y cuarenta y dos en las aletas de su negra, chata, fea y poco lacedemonia nariz. Los autobuses son en USA de todos los colores del arco iris menos del añil. En USA el añil sólo lo utilizan para los envoltorios de pilas para aparatos de audición de senadores sordos, como Raymond Parks, hermano de Rosa y conductor de autobuses en su época presenatorial, cuando tenía veintiún años y dos trompetas esmaltadas de lapislázuli. El congresista Mel Parks es hermano de Rosa y Raymond y posee un rancho de autobuses sin parte delantera en el norte de Alabama. Allí pasa Mel sus veraneos con las hordas de vascos sureños y con seis valencianos enajenados y perdidos, afiebrados, inserenos y muy divertidos. Lo sé todo de los hermanos Parks porque yo soy su madre, aunque hay días que preferiría ser un paragüero de cinc o una nubecilla en lo alto de un otero de las Galias. Estoy harta de tanto negro y de tanto autobús xenófobo, racista y muy poco añil.

8.11.09

76. Puñales, puñales, puñales


          Marta, mejora tu prosodia, y tú, Estébanez, vamos a ver si progresamos con más brío en el lacerado de momios. Atunes no es lo que aquí nos falta; si acaso carecemos de algo es de escaras de escualos pardos y de vihuelas sardas, pero atunes, para dar y regalar. A mí el monje me engañó una vez, quizás dos, pero no más, que uno es tan tuno como el vocero de la almadraba, aunque más ambicioso y severo con la liturgia y su canon. Por eso las señoras del pueblo y las que vienen por San Benito me turdan y me malevan lo que pueden y yo me dejo. Sandio, el talabartero, pues va de corrala en corrala diciendo que yo aspiro al cargo de sebonero. En mi vida, jamás he comerciado ni con recebo ni con alcuces de tondo. Eso fue lo único que mi padre me enseñó en vida, a que nunca mezclara los negocios de ralea con los otros. Por favor, Martita, pon algo más de empeño, tu prosodia es anómala y disonante cuando te distraes. Así me gusta, Estébanez, mucho mejor, así deben quedar de acompasados los momios, muy bien. Las notas del Turquestán son bienes mostrencos y tralarí, tralará. Los grajos de Mallarit tienen el pico curvo y tralará, tralarí. Burla burlando parece que el tiempo de las rémoras ha llegado a su fin. Recoge los instrumentos, Estébanez y tú los utensilios, Marta, así.

6.11.09

75. La república occisa


          Ahora sí que ya no hay vuelta de ojo. Empiezo a cortar el costrón de pan pensando en los breves enjuagues con el colutorio azulino del Dr. Samolledo y ya no puedo seguir con mi labor. Me hallo ausente, desauspiciado, enfermo mediano y tonto ruidoso. El cuchillo y su hoja urinosa me pesa a pesar de llevar muy bien remendadas mis manoletinas de yeso. El costrón de pan se resiste como la avaricia del hebreo Daghamon, el siríaco traidor y almizclero, que roba los productos de limpieza del cuarto de las escobas de la comunidad. A mí el pan me gusta lo justo para aborrecer los flanes de fuchina. Me enverdece lo dulce y amarilleo con el bacalao, pero lo siento mío, siempre he sentido ese pescado muy mío, como si mi sacrosanta cofradía de chambelanes así me lo hubiera impuesto antes de entrar en la cafetería. Hoy no me viene bien, pero mañana no sé si tampoco. Es cosa del neurocirujano, no es asunto en el que yo intervenga para nada. Hay un tremendo olor a bencina. Algo escandaloso aunque suave. Te quiero.