Soy dibujante de cómics, bueno, en realidad soy un personaje de cómic que es dibujante de cómics. El que me dibuja, el verdadero dibujante de cómics, también es un personaje de cómic, aunque este hecho lo desconoce. La historieta diaria que ejecutamos tanto él como yo es sin duda muy divertida para cierto sector de la población, gente ociosa en su mayoría: políticos ágrafos, jurisconsultos cesados, ingenieros de pasado réprobo, funcionarios indolentes... Mi vida, como la del que ejecuta mis movimientos en las viñetas con su lápiz habilidoso, está llena de tropiezos físicos y morales, de caídas en el abismo de las pasiones y en los huecos de los ascensores. Desconozco si el que dibuja los movimientos de mi dibujante es un eslabón más de la cadena o es el que dicta la política comercial de esta editorial tan dada al secretismo en sus actividades. Yo, he de confesar, también diseño unas divertidas viñetas en las que un dibujante de cómics, ser atrabiliario y disforme, se ve enredado en alegres y extravagantes aventuras con los mismos personajes que diseña. Considero que al seguir esta tácita tradición no quedo expuesto, no sobresalgo, y permanezco inmerso en la cadencia sin fin que supongo sello característico de esta empresa en la que trabajo. Lo que me sorprende a menudo es la abstracción en la que vivo a veces. Ciertos días no veo los bordes de mi viñeta, no siento el trazo de mi silueta ni el relleno de color de mi cuerpo bidimensionado. En esos momentos me siento libre, me creo dueño de mi destino y me enternece el futuro de mi simpático personaje, al que entonces regalo un inesperado final feliz: una cita con su chica soñada o una pugilística victoria sobre su eterno y grosero rival.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.