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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



11.8.11

216. Vieiras y zamburiñas


          La tarea del escritor es, en síntesis, mirar atrás como si lo hiciera hacia delante. El cometido, su cometido, es la mentira encubierta, vivir inmerso en el disfraz de la verdad, verdad escueta o alambicada, pero falsa por sus tres lados, ya saben, el lado trágico, el lado mágico y el lado lógico. La verdad por escrito es la entelequia que nace en Maguncia tras los trabajos manuales de Gutenberg. Si sus quehaceres se hubieran dirigido a la fabricación de un horno de pan de eficiencia inigualable, no existirían ni el libro ni los escritores, sólo escribas, amanuenses y rico pan por toda Europa y otros lugares. Entre una barra de pan y un libro, no lo duden, elijan la barra; pero entre un libro y una noche con alguien, tampoco lo duden, elijan la barra de pan. Gutenberg no supo lo que iba a suponer su invento. Si lo hubiera llegado a sospechar se hubiera introducido en el primer horno panadero que hubiera tenido cerca. El conocimiento expandido hasta los últimos rincones de la tierra constituye la auténtica democratización de la estupidez humana. El conocimiento verdadero no se transmite, queda en secreto, si acaso fluye en un limitado grupo de elegidos ensamblados por el mismo vínculo existencial. Los masones primigenios eran constructores-artesanos, elaboraban con sus manos sistemas físicos concebibles que enajenaran sus músculos, mientras sus magines ecuménicos elaboraban las ideas no escritas ni difundidas en papel alguno. Y es que los masones han comido desde siempre mucho y rico pan.