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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



4.8.11

215. Trasplante de auroras


El arco iris que nimba un horizonte infinito y gris.
El aroma penetrante del mar cercano.
Gaviotas como alondras, sus conductas desquiciadas por el fragor de la tormenta pasada.
Poco a poco volverán al compás sereno de su vuelo.
Una brisa húmeda envolviendo y amasando el último calor de septiembre.
Silencio.
Buques fantasmas en el cielo empedrado de nubes nerviosas.
Nadie en la arena fría, nada más allá de las olas.
Y en este ámbito deambulo descubriendo a cada paso planetas emocionantes algunos, de una tristeza nueva otros, pero todos solitarios.
En esta frontera móvil la mar levanta su falda de volantes y descubre al viento sus piernas de coral, su carne salobre y abisal.
Y yo la miro sobrecogido y algo avergonzado, y sigo hollando la arena con mis pies descalzos de peregrino.
No tengo santuario a donde llegar, mis pasos me llevan solos a paisajes que no busco ni rechazo, algunos me deslumbran y otros me asolan.
Pero sigo sin encontrar a nadie, a otro caminante.
Nadie sigue mis pasos.
No persigo nada ni a nadie.
Comienzo a tener frío, mucho frío.
Mis pies se hacen más lentos cada vez.
Va cayendo la noche, he de encontrar algún refugio.
El cielo se torna de un color metálico, como el de un revólver recién disparado.