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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



2.8.11

214. La carne de ternera


          Cuando yo nací nació él también, pero yo nací en un lugar tan distante de donde nació él como lo estaría el lugar donde él nació de aquél en el que nací yo. Al estar los dos, él y yo, en el mismo sistema espacial dimensional, las distancias, los tramos de recorrido continuo fueron y serían siempre vectorialmente similares. Por tanto, nacimos en una dimensión temporal (la más endeble metafísicamente hablando) similar y también era similar la dimensión espacial (similar no, exacta), pero nacimos en lugares diferentes. Lo que parecería una perogrullada, una idea fácil de entender por todas las categorías mentales, no es tan asequible a poco que hundamos el buril en la vitela. La dimensión témporo-espacial es de carácter laxo, baladí y muelle. No están unidas. La física dudó unas décadas y sigue sin aseverar la incompatibilidad de ambos conceptos; a la física le faltan redaños y un par de ecuaciones esclarecedoras. La incertidumbre y el caos están muy bien para ganar algún Nóbel, pero no ayudan a viajar en el tiempo; las branas y el nonión también pueden hacerte con la dirección de algún departamento en la Max Planck, pero no te transmutarán a Palermo desde Innsbruck en diez millonésimas de segundo. Por tanto el alcalde de Lozoya (era él a quien me refería, sí, aquél que nació en el mismo instante que lo hacía yo), mi compañero dimensional, mi atrabiliario émulo en ignotas coordenadas, ha de morir en parte cuando yo muera y en parte moriré yo cuando muera él. Creo que esto queda sumamente claro, al menos yo lo he entendido bastante bien.