La locura tiene en lo cotidiano tantas formas de presentarse que los instantes de cordura quedan velados y sumidos en la urdimbre algodonosa del delirio. Desde los distorsionados pensamientos que elaboramos ante nuestro reflejo en el espejo del baño al comienzo del día, hasta las errabundas fantasías que nos acompañan en la búsqueda del sueño al inicio de la noche, recorremos horas y horas ejecutando visajes, movimientos inconexos, hablando a los objetos cercanos, riendo como bobos cuando nadie nos ve, oliendo nuestras ventosidades con delectación, imaginando mundos que nunca nos pertenecerán y deseando el mal a nuestros congéneres. Actuando en fin como locos sin remisión, como orates de embudo en la cabeza, mirada estulta y lengua protruyente y ladeada.
Repito:
La cordura tiene en lo cotidiano tantas formas de presentarse que los instantes de locura quedan velados y sumidos en la urdimbre algodonosa del más preclaro razonamiento. Desde los precisos pensamientos que elaboramos ante nuestro reflejo en el espejo del baño al comienzo del día hasta los encumbrados proyectos que nos acompañan en la búsqueda del sueño al inicio de la noche, recorremos horas y horas ejecutando maduras expresiones, armoniosos movimientos, hablando a nuestros seres cercanos, riendo como hombres inteligentes ante todos, oliendo con asco las ventosidades de los demás e incluso las nuestras, imaginando mundos que nos pertenecen y deseando bienaventuranzas a nuestros congéneres. Actuando en fin como entes lógicos absolutos, como filósofos de nimbada cabeza, sabia mirada y lengua rica en prosodia y elocuencia.
Repito:
La cordura tiene en lo cotidiano tantas formas de presentarse que los instantes de locura quedan velados y sumidos en la urdimbre algodonosa del más preclaro razonamiento. Desde los precisos pensamientos que elaboramos ante nuestro reflejo en el espejo del baño al comienzo del día hasta los encumbrados proyectos que nos acompañan en la búsqueda del sueño al inicio de la noche, recorremos horas y horas ejecutando maduras expresiones, armoniosos movimientos, hablando a nuestros seres cercanos, riendo como hombres inteligentes ante todos, oliendo con asco las ventosidades de los demás e incluso las nuestras, imaginando mundos que nos pertenecen y deseando bienaventuranzas a nuestros congéneres. Actuando en fin como entes lógicos absolutos, como filósofos de nimbada cabeza, sabia mirada y lengua rica en prosodia y elocuencia.