1. Los alambres del alma se oxidan de (desde) dentro a (hacia) fuera. Es regla canónica y, por tanto, inútil. Es como el axioma del corazón o como las reglas de oro de la memoria.
2. Seres luminosos, entes de fuego, radiantes criaturas, todos ellos necesitan otros seres, otros entes u otras criaturas que les otorguen la luminosidad, que aviven su fuego, que activen su capacidad de producir energía radiante.
3. Sinisio de Pamos existió lo suficiente para otorgarse ciertos títulos nada honoríficos ni honorables, como el de rapsoda inconsútil, botánico inconcluso y demiurgo agorafóbico.
4. Es preciso diferenciar el entusiasmo que suscita una paloma torcaz despedazada por la aurora intemporal del lago azul de tus ojos y ese otro entusiasmo, que nace al contemplar con arrobo el arado despeñado por la desidia o el furor del campesino airado.
5. La brevedad de la vida es frase al uso demasiado breve para ser mentira y para ser verdad. La elasticidad del tiempo es lo que hace fluir de verdad la categoría moral de las cosas que nos suceden en ese tiempo de fines deshilachados, que constituye la vida del embustero y la del menor de los falsarios.
6. Los animales metálicos son tan retraídos... Los otros, los destilados de las dunas y los médanos de la memoria o los creados ex profeso por los científicos artistas son más valientes y dispuestos, más preparados para vicisitudes de orden natural.
7. En el piélago de angustias vitales en que vive la mayoría de los mortales, los mandamientos, divinos o judiciales, serían algo más llevaderos si esa humanidad no hiciera oídos sordos a los discursos de los políticos, al trinar de las cornejas y al crujir de las enaguas ensangrentadas, pero esto es de muy difícil consecución, ya sabemos que los humanos son torcidos, renuentes y de indolente devenir.
8. Leamos, diversifiquemos nuestros pobres conocimientos. Vivamos, reduzcamos el agraz de nuestros pámpanos ignotos. Procreemos, envanezcámonos con los logros de nuestros rubitos vástagos.
9. - Las agencias crediticias corsas, los ingenios azucareros de Arequipa, los museos coloniales de Tahití y las casas de lenocinio israelíes son los únicos puntos de anclaje a los que podemos lanzar nuestras maromas de salvación y sobrevivir a este estado de cosas, ¿no es así, don José?
- Sí, Danielillo, asinés.
- Sí, Danielillo, asinés.
10. Hoy he abrochado cuatro de los seis botones de mi camisa bordolesa. Para ello me he ayudado de los dedos de mis dos manos, también he utilizado mis ojos para precisar el lugar del botón y el ojal y precisar también el lugar en que estaban y el lugar al que se dirigían mis dedos. He tenido mucho éxito. Estoy contento.
11. Tus ojos me aplauden cuando me miras. Mis ojos te aplauden cuando te miro.