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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



21.7.11

211. Bestiario 04


          CRONCK: De la estirpe de los estilitas célibes es, a su pesar, de aspecto seductor y ciertamente altanero en su porte. Algo caballuno nace de sus rasgos faciales, toscos pero tendentes a la pereza en la mirada de miope imaginativo y fantasioso. Es, claro está, homínido y tremendamente hábil para elevarse por fustes y columnatas; allí permanece horas y horas entre triglifos y metopas, asalamandrado en los tímpanos vetustos de los templos semiderruidos, vigilante y acigüeñado en los pináculos de las iglesias claustrales. Las mujeres se persignan tres o cuatro veces cuando lo ven y se confiesan indefectiblemente el domingo siguiente. Cronck y sus congéneres provocan sin quererlo y sin aprovecharse de ello tumultos hormonales en las mujeres que los contemplan. Visten con decencia antigua, no son beligerosos, rezan de continuo y de continuo sollozan; son esos sollozos los que provocan un estertor de pena honda en los corazones femeninos y los que en ciertas mañanas de primavera hacen que más de una mujer se arroje a un pozo tan hondo como la pena que las empoza el alma. Los Cronck no pueden evitarlo, pero cada vez que se enteran de algún suceso triste provocado por la simple existencia de sus vidas no se tiran a un pozo, claro, pero tapan con estiércol de buey varias chimeneas de fábricas cercanas. Los primeros griegos los echaron, los segundos también. Cuando murieron los terceros griegos, regresaron y subiéronse a los templos hasta el día de hoy. Hay censados unos once mil, aunque yo creo que hay más.