Soy ácaro de felpudo, y me llamo Jonás. Soy huérfano de padre y mi madre es una liberal asimilada a la facción más radical, es casi una ácara ácrata. Mi niñez fue variopinta, aunque nunca salí de este asqueroso felpudo. Tengo amigos de aquella época, pero todos son judíos. Mi juventud no estuvo mal, aunque me enamoré de una acarita que me dio calabazas, me abandonó y marchó lejos con un acarón enorme de grandes bigotes y cuernos ensortijados, muy rico y poderoso. Sufrí mucho y me hice ácaro de una secta mendicante. Los ácaros guardamos pocas relaciones estables entre nosotros, nos place más el contacto afectivo con especies distintas y distantes. De hecho, a mí me sacó de la cosa ésta de los frailes mendicantes una ladilla preciosa muy procaz (nunca supe qué diablos hacía la sensual criatura en el manto lanudo del hermano Petrucciani y nunca se lo pregunté, habiendo otro tipo de ubicaciones más acorde con sus característica raciales); el caso es que me sacó de la orden limosnera a base de quiqui limpio. No me enamoré pero me sirvió para olvidar y para madurar notablemente. Ya tengo edad de formar una familia y creo que eso es lo que voy a hacer. Pero es que me atraen muy poco las ácaras que conozco. He vuelto al felpudo. Me presentaron el otro día a una pioja exquisita, de muy buena familia, y con unas tetas...
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.