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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



28.11.10

186. Réquiem por todos nosotros


          Siempre duele mirar atrás porque la mirada sólo nos enseña lo que va delante; otra absurda convención de la naturaleza: lo pasado no cuenta, sólo el presente y su futura proyección interesa a los hados. Pero el hombre persiste en su empeño de socavar el túnel del tiempo y conmemorar los hitos abstractos de los acontecimientos pasados. Sufrir el néctar de recuerdos inflamados por nuestra vanidad o desasosiego nos produce un tremendo placer que nos deja a su vez, el agridulce poder de la nostalgia. Como contrapartida, es esta nostalgia incesante la creadora del genio y la metáfora. Sin esta fuerza motriz que viene del pasado no veríamos el sinsentido natural, aunque hermoso, de la efímera libélula del lago, o el terror del estruendo salvaje y selvático del paquidermo en estampida. Somos lo que somos gracias a la ambivalencia que sentimos del pasado y al miedo que proyectamos hacia los acontecimientos futuros. Todo lo hasta aquí señalado sirve para explicar (para explicarme, para explicaros) el por qué camino como camino: siempre voy hacia atrás, mirando mi pasado cara a cara, dando la espalda al devenir de la vida. Nada veo que me asuste porque ya todo me es familiar y conocido. Nada proyecto porque nada puedo dirigir a mi futuro, y la nostalgia contraria revierte sobre sí misma y se inmola en una especie de simpática melancolía. Les aconsejo que prueben este método mío. Soy moderadamente feliz; en todo caso, más feliz que todos ustedes. Buenas noches.