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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



21.11.10

184. La quiebra de Louis Vuitton


          El alma tiene cabida para muchos pecados originales. El más original, sin duda, es el cometido por nuestros primeros padres, Adana y Evo. El paraíso en el que holgaban, sito entre los dos grandes y bíblicos ríos, el Tifrautes y el Eugris, era un lugar ciertamente acondicionado para cometer originales y no tan originales pecados. El cometido por esta primigenia y singular pareja fue el de la desobediencia, en la figura simbólica de degustar los frutos prohibidos del árbol de la ciencia, también conocido como árbol del bien y del mal. Dios les prohibió que comieran de ese árbol, pero ellos decidieron ser libres, y la libertad les costó una eternidad de disgustos y calamidades. Adana cogió la pera, la serpiente embaucadora la convirtió en manzana, Evo se la dio a Dios para que se la comiera, Dios le dio la mitad a la serpiente, que la volvió a convertir en pera, y con esta forma se la dio a comer a Adana, que la rechazó en un gesto que la honraría de por vida. El bien, el mal y la ciencia se confundieron para siempre en una especie de enjambre espiritual aquilatado durante siglos en forma de palomo luminoso que volaba y volaba sobre las cabezas de los hebreos, judíos, israelitas y gentiles de Samaria. Esta historia, tan bien concatenada y mejor contada, es el germen fundador de nuestro emblemático y entrañable pecado original. Tenemos, claro está, otros muchos, pero ninguno con este nacimiento tan digno y concluyente.