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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



22.3.10

122. La gran estafa de las anchoas


          "...y el bardo bosnio o serbocroata se fue para no volver". Así acaba el cuento que no sé ni sabré. Entre las cosas que no sé, se halla este cuento que así acaba, por lo que podría decirse que en parte sí lo sé, pero también podría decirse que algo sabido sólo en parte no se sabe en realidad, es como si los ejes de tracción de un transporte oruga (caterpillar) se deslizaran por avenidas de tilos y sicomoros. Pero sí me sé un cuento que no diré ni digo. No sé si lo dije. Con los rulos puestos es que no estoy para nada ni para nadie. Me descompone el humor y el carácter la tirantez a que someto mi negro y gitano moño. Soy vicetiple del Salón Marquina de la calle Belvedere y me va muy mal. Canto mal y no tengo caudales para cambiar mi fondo de armario. Canto cada día peor. En mi profesión cantar mal es a veces bueno, pero no sé cuándo ni cómo acertar con mis tristes desafines. Tengo sólo once horquillas para mi moño. No me fían en las mercerías de esta ciudad ni en las de ninguna otra. Voy a hacerme guerrera o mercenaria para asaltar mercerías de todos los continentes conocidos. Mi novia, pues soy lesbiana de las buenas, se llama Hortensia como mi padre, y es buena conmigo, pero pobre como rata de bidón y fea como viuda tártara. El arroz lo hace sonriendo y enseñándome sus mellas. Yo la quiero y ella me quiere, pero no somos felices.