Soy un negro extraño del Camerún. Camerún es un país que se puede cruzar de norte a sur y de este a oeste pisando boñiga. En Camerún no hay osos, pero existen unas libélulas gigantes de corta vida conductoras de taxis. Yo soy un negro extraño del Camerún. En Camerún hay colegios especiales para las niñas tontas sin síndrome de Down. El síndrome de Down en Camerún no está bien visto como en otros lugares del África Occidental (Togo, por ejemplo). En otro orden de cosas, Camerún es una marca de betún de Judea que se fabrica en la factoría lucense de tintes y betunes de los Hermanos Oñate. Camerún, además, posee una idiosincrasia que la diferencia de otros lugares cercanos del África Occidental, y es su rigor climático. La época de lluvias es breve y la época de sequía es breve. Durante el resto del año hay, y los habitantes de aquellas latitudes así lo experimentan, un clima dudoso y asaz extraño, un clima indefinible. Los cameruneses son muy aficionados al fútbol y a otro deportes autóctonos muy viriles, como el bohjin'h, práctica deportiva ésta consistente en sortear boñiga con una pértiga de alerce. El Vicesecretario de Asuntos Tribales, Rezek Weeramantry, es gran entusiasta y cuenta con más de tres mil pértigas en su choza de lujo a las afueras de Yaundé. Camerún existe como existe el Aqua Velva®, como existen las tiendas de corsetería antigua, como existe mi amada Flora, aunque en brazos de otro. No hay libros en Camerún porque sus habitantes no los necesitan. Sus habitantes leen en los troncos de los árboles talados por los hombres blancos, leen las nubes, que desangran una lluvia como leche aguada, espesa, constante, caliente y turbia. Los pechos de las mujeres del Camerún son siempre pares, aunque el extranjero siempre los enumera: uno, dos, uno dos..., uno, dos, tres, cuatro... Mi amada Flora se enamoró de estas tierras y me abandonó cuando marché más al sur, hacia Gabón. Camerún huele a hule y a pis y a mosca azul y, por supuesto, a boñiga ardiente, y sobre todo huele a Flora desflorada y a fauna agónica, también a película Eastman Color podrida, y a vacuna caducada. Mi amor por esta zona del África Occidental es enzimático, primordial, enigmático y vital. Regresé del sur (de Gabón) cuando Flora yacía recién muerta de tifus. Me apené por ello la breve temporada de lluvia y luego correteé con su amante por selvas equidistantes, hermanándonos en una amistad que aún hoy perdura. En Camerún se come mal y se guisa peor, pero se consuela uno con los vapores que emanan de los generadores inhóspitos que, al mezclarse con el hedor de tanta muerte, hacen aflorar unos urinosos y a la vez balsámicos aromas que adormecen, que atontan y dejan el espíritu en posición de ser devorado por animales, personas, plantas o cosas. Camerún es muy bonito, ya lo creo.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.