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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



24.3.12

251. Arsa, Pilili


          No tengo necesidad alguna de repeler la hostil presencia de este gerente de negociado con cara de mondadientes. Su inoperancia le hará caer de su pedestal tarde o temprano, pero mientras tanto, debo mantener firme el baluarte de mi idiosincrasia bancaria. Sé más, mucho más que él sobre empréstitos fiduciarios y él lo sabe, y yo sé que él sabe que yo lo sé. Me hace y me hará la vida imposible, eso es evidente, pero lo que ni sospecha es que me estoy vengando cruelmente: no sabe que me estoy beneficiando desde hace algunos meses a todas las hembras de su familia y a todas y cada una de sus amantes, que son cuatro. El muy cabronzuelo además, nunca podrá vengarse de mi venganza, si es que alguna vez llega a enterarse de mis frecuentes escarceos de cama con su madre, hijas, hermanas, tías, primas, abuelas, nietas y nueras, porque en mi familia nunca ha habido hembras de ningún tipo y no tengo amantes, sólo tengo cuatro cornucopias en un estado lamentable, tan lamentable que cuando paso por mi salón de cornucopias y las miro, aunque sea de soslayo, me entra como una especie de pena gorda por los ijares, que me hace palidecer y cantar uno o dos lieder de Schubert. Así que por esa parte estoy satisfecho. La venganza es bonita como lo son las hijas de mi vulcanólogo. Son cuatro las niñas, se llevan dos meses cada una y como seguro ustedes han sospechado, son las amantes del gerente de negociado con cara de mondadientes, a la cuales yo me beneficio por venganza los martes de 21 a 23.30h. No lo paso bien, me aburren, sólo lo hago para vengarme, porque las cuatro damiselas son pesadísimas, todo el día hablando de los volcanes de su padre, de las fumarolas del Popocatépetl o de las ígneas y móviles cenizas del maloliente Krakatoa. Me he extraído todas las piezas dentarias de mis arcadas maxilar y mandibular con un fin concreto que expongo a ustedes a continuación: entre los dientes, premolares y molares solían quedárseme al comer con harta frecuencia, enganchaditos, briznas de lechuga, hebras de carne del puchero, filamentos de tocinillo blanco de jamón, algún bigotillo de gamba y un extenso muestrario de alimentos ricos y variados. Para su extracción mecánica me veía obligado a la utilización de mondadientes que, como queda recogido al comienzo y a la mitad de esta corta y deliciosas epopeya, hacían que me recordaran constantemente la cara del odiado jefe del negociado donde trabajo; así que no tuve más remedio que proceder a tan expeditiva solución para soslayar esta desagradable circunstancia vital. Mi odontóloga extrajo a dolor (así se lo requerí) mis 32 piezas. Aún así, sedújela y toméla carnalmente, dado que era prima segunda del cabrón carapalillo. De cualquier forma, hoy estoy ciertamente demudado, inquieto, irritado: una de mis cornucopias ha desaparecido sin dejar rastro. No quiero ni pensar en que haya sufrido rapto, vejación o destrucción parcial o total de su integridad objetual. No quiero pensar que la venganza de mi venganza haya comenzado a florecer. Les mantendré informados a medida que vayan llegando los teletipos.