"Ilusión" es un término que proviene de "iluso", aquel y singular ser humano con una innata propensión a sentirse seducido por cualquier circunstancia que le pueda ser propicia; aquel soñador impenitente que va con sus manos heridas asiendo clavos ardiendo que le equilibran en su ascenso hacia otras esferas más emocionantes y placenteras. Hasta aquí estamos todos de acuerdo porque estamos todos de acuerdo en que todos somos ilusos. Me siento tan iluso como usted, amable e iluso lector. La única diferencia posible entre usted y yo será el grado de "ilusidad" que nos defina, y aquí sí me comprometo a decirle que soy uno de los ilusos más ilusos de todos los ilusos que he conocido. Mi nombre es W.O.K. Trackmann, nací en Freistadt, cerca de la ciudad austriaca de Linz en 1957. Desde los siete u ocho años soy iluso. Mis padres de recogida eran carniceros kosher y expertos jugadores de petanca. No tuve hermanos, aunque sí dos culebras autóctonas (Coronella lurentis) que hicieron las veces de elementos fraternales. Las primeras decepciones que enfrentaron mi carácter de iluso primordial ya se manifestaron en aquellos años, pues mi padre se cortó una mano en la carnicería con una hachuela de filetear terneros, mi madre mató por accidente con la bola petanquera a un conocido jurisconsulto vienés, y una de las culebras autóctonas, la más corta en longitud, me atacó una noche de San Esteban en la córnea izquierda, dejándome tuerto para el resto de mis días. Yo hube de frustrarme mucho en aquella época de mi vida, porque vivía con la ilusión de no tener un padre manco, una madre homicida y una cuenca ocular vacía. Pero continué siendo un iluso siempre y a todas horas. En el instituto conocí al Maestro Trïmms, de Salzburgo y a Cinthya Ghangrum, una niña de ojos verdes y sonrisa seráfica. Dos ilusiones se me rompieron al unísono aquel infausto año, cuando detuvieron a mi querido maestro de música por el descuartizamiento y posterior violación de la pequeña Cinthya, de la que yo estaba profundamente enamorado. Hasta aquel día había vivido ilusionado en que a mi enamorada no la violara ni descuartizara nadie, y con la ilusión de tener un maestro de solfeo sin deseos truculentos. Pero yo, triste adolescente, continué por la senda ilusa de mi vida con paso vivo y esperanzas vanas. Un día, cuando finalicé mi carrera de perito agrimensor me salió un grano azul en el tercio medio del abdomen. Me ilusioné con rapidez pensando que iba a surgir de mí por gemación, u otro proceso biológico inaudito, un nuevo ser de características diferentes y soberbias aptitudes para la ciencia o para la danza, pero no, aquello era un tumor cancerígeno, llamado Nevus gigante azul que acabó con mi vida a los veinticinco años tras unos meses de dolores terebrantes. Es evidente que la ilusión de disfrutar de una vida saludable y vigorosa también se fue al garete. Ahora, ya muerto, pienso en mi vida pasada sin nostalgia, sé que no fue muy feliz, que quizás no fuera una vida llena y rica en experiencias placenteras, pero al menos me sirvió para ser un muerto relativamente joven para los tiempos que corren, y me queda toda una eternidad por delante para dilucidar con mucha tranquilidad los múltiples enigmas que ofrece la vida de ultratumba, la tenebrosa existencia post-mortem. ¡Qué ilusión!
+
FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.