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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



28.2.12

246. El desahucio de Venus


          La España contemporánea es un vómito negro, espeso, alquitranado de grumos aún más espesos y bituminosos, un vómito de hedores avinagrados, hilachado con vetas sanguinolentas, humoso de vapores mefíticos, un vómito emponzoñado, larviento, con restos de digestiones antiguas e inconclusas, de una acidez voraginosa, un vómito de vocación fecaloidea, de peste terminal, un vómito de muerte. Esta mi patria devenida en fango pantanoso y sulfúrico va adquiriendo el aspecto rojizo del averno, llena de personajes endemoniados, de andantes babosos, de mujeres enlodadas, de niños enfermizos, de muchachas selváticas y abruptas, de viejos coléricos, de enfermos terminales por todos lados, que van regando de palabras y mensajes purulentos los ámbitos más insospechados. Este repulsivo país ennegrece más a cada instante, a cada artículo de prensa, a cada opinión de odio infinito, a cada palabra pronunciada en los centros del vicio diario, a cada ensamblaje de ideas perdidas en tertulias desgarrantes, a cada edicto, a cada intención de sintaxis financiera, a cada encuesta de activación mediática, a cada salmo pronunciado desde púlpitos blasfemos. Esta tierra antigua y tan abyecta como estulta se va resquebrajando y dejando ver a su través la nada constante de su sacra historia de incultura y sangre, la hez interior de un cuerpo agusanado y triste, repelente de sí mismo, un ente abjurante de sus hijos y de sus padres, una tierra digna de un cataclismo lento e inexorable.