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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



22.11.11

235. Duelos y quebrantos y más duelos


          El 15 de diciembre de 1367, día de San Junípero Barcino, nacía Simón de Brabante, último rey de Pomerania antes de que este reino fuera anexionado por la Corona de los Habsburgo en 1399.

          De los datos aquí presentados hay tres ciertos y uno falso: puede que sea falsa alguna de las dos fechas, puede ser falso el nombre del santo o el nombre del mismo rey, o el de los invasores que se anexionaron el reino; ¿existe o existió Pomerania?

          En el segundo párrafo de este escrito hay un sólo dato que es falso. Pero es que en realidad sólo hay un dato, ergo ese único dato es falso, es decir, es falso que haya tres verdades y una falacia en el primero de los párrafos, por tanto, puede que en el párrafo primero todos los datos sean falsos, o todos verdaderos, o algunos falsos y otros verdaderos, pero ¿cuáles?

          En este último párrafo (el tercero) juro por la Orden de Malta, de Calatrava, del Santo Sepulcro y de los Rosacruces que no hay falsedad alguna. Por lo tanto, tan sólo éste se salva de la mentira, no así el anterior, el segundo, ni el primero. El juramento asegura la verdad del tercero, pero no dice nada de los anteriores párrafos, se crea la duda en el tercero de la veracidad de los anteriores, cabe la posibilidad de su veracidad, con lo que el segundo y el primer párrafo quedarían incólumes, libres de culpa y ciertos de pleno derecho. Pero siguiendo el camino volveríamos a entrar en el bucle de la duda infinita por causa y a consecuencia del honor que impregna el juramento del tercero de los párrafos.

          La conclusión a que nos conduce este silogismo lógico-histórico es evidente: los juramentos son elementos inconsútiles, intangibles, que hacen referencias a abstracciones anímicas como la dignidad o el honor, pero que para lo único que sirven es para alejarse de la verdad o para caer en veleidades metafísicas que, como ya hemos visto en la clase de hoy, no nos conducen nada más (y nada menos) que a la hora del recreo.

          Así que, chicos, salid en orden y disfrutad.