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FUMPAMNUSSES!

¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.



13.9.11

225. Un nuevo apocalipsis


          Estimada Manoli:

          No te quiero. Lo siento, pero las cosas son como son. No me gusta tu nombre, ni tus dientes, ni tu bolsito verde de felpa, ni tu concepción mariana del hecho cósmico, ni tu pastel de batata, ni la impronta que tu porte deja en los batallones de arqueros, ni la risa agónica de tus hermanas. No me gusta Portugal, Manoli, ni me gusta la barbarie de tus dedos, ni cómo descorchas el chacolí, ni el halo que nimba tu iris de mulata sedienta, ni tu canto de sirena antigua, ni la arrítmica mojiganga de tus nalgas. No me gustas, Manoli. No me gusta el tono de tu queja, ni el quejido de tu tono monocorde, ni tu blusa transparente, ni lo opaco de tu vientre. No me gusta a lo que hueles los lunes de madrugada. No me gusta a lo que sabe el mosto viejo de tus besos, ni me gustan los grosores de tus venas, ni el aire que por ti pasa, ni tus recuerdos futuros; ni siquiera me gusta el piñonate que hacías, ni el sereno tumulto de tus miembros bajo el agua. No me gusta, no; ni tan siquiera tus largas efemérides, tus límites, tus trenzas doradas, los trazos de tu escritura, la miel oscura de tus lágrimas. No te quiero, Manoli; no te quiero y nunca te podré querer. 

          Lo cual no quita para que tramitemos juntos el expediente de dominio y podamos quedarnos con la alquería de tu padre, con vista a la creación de un centro de explotación agropecuaria que intentaríamos subvencionase la Consejería de Agricultura y Pesca, siempre y cuando presentemos un proyecto coherente en cuanto a sostenibilidad medioambiental, adecuación presupuestaria y objetivos mensurables, todo ello, claro está, con vistas al desarrollo socio-económico de la zona y su entorno.

          Siempre tuyo, Manolito.