Me fijo en el frunce de tu entrecejo y en la bóveda dorada de tu frente, asimilo poco a poco los surcos por donde sudas y lloras, me recuerdo en tus orejas pequeñas rodeadas de frondosa placidez, tu nariz quebrada e insolente, tus ojos decidores y ahora brillosos, que sufrieron y que muy pronto reirán, tu boca enmarcada que nunca cesa, me sumo en tu cuello, en el que quepo y sueño, tus pechos que duermen primaveras y recuerdan rotundas victorias; me observa severa la discreción de tu sexo, oscuro y sabio, sabedor de pocas e importantes cosas; tu espalda sinuosa, agreste, de simetría deslazada, esa espalda que aturde valentías y caricias; y tus nalgas sellan mis manos a su piel de tacto enajenado; si tus brazos de ternura poderosa me someten como a un niño, tus piernas dulces y peligrosas me doblegan como a un hombre, este hombre que besa tus pies de porcelana antigua, este hombre cegado por la luz de tus manos musicales, de tus manos hacedoras de milagros.
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FUMPAMNUSSES!
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
¿Qué es Fumpamnusses!?... Fumpamnusses! es todo y es la primera vez. Siempre hay una primera vez. Escribo pues, por primera vez, en algo que tiene que ver con el exabrupto digestivo de un sapo ("Blog") sin saber siquiera lo qué es (me refiero al Blog, aunque en el fondo tampoco sé muy bien lo que es un sapo.) Mi declaración de intenciones espero que sí quede clara: me limitaré a realizar las veces que crea oportuno un ejercicio brusco, continuado y compulsivo de literatura automática, de exorcismo necesario y suficiente de los restos de energía negativa o positiva, qué sé yo, o de encauzamiento de ideas, frases o palabras que mi mente quiera en ese preciso momento que queden reflejadas en este nuevo e inefable invento. Invito, pues, a este ejercicio a todos los interesados en el arte de la improvisación mecánica, maquinal, indecorosa y pueril. No esperen grandes ideas, no espero grandes ideas, sólo el placer de ver concatenadas ciertas imágenes que surgen improvisadamente y en plena libertad, quizás en extrema libertad, esperanzado en que no me suceda algo tan lamentable como aquello que le ocurrió a aquel pequeño electrodoméstico que, de tan libre y tan enamorado como estaba de Sir Douglas H. Silverstone, declaró la independencia de todas las anguilas del mundo y de ciertos huevos de Pascua de los alrededores de Castel Gandolfo.
17.6.11
202. Yo soy menonita
Me fijo en el frunce de tu entrecejo y en la bóveda dorada de tu frente, asimilo poco a poco los surcos por donde sudas y lloras, me recuerdo en tus orejas pequeñas rodeadas de frondosa placidez, tu nariz quebrada e insolente, tus ojos decidores y ahora brillosos, que sufrieron y que muy pronto reirán, tu boca enmarcada que nunca cesa, me sumo en tu cuello, en el que quepo y sueño, tus pechos que duermen primaveras y recuerdan rotundas victorias; me observa severa la discreción de tu sexo, oscuro y sabio, sabedor de pocas e importantes cosas; tu espalda sinuosa, agreste, de simetría deslazada, esa espalda que aturde valentías y caricias; y tus nalgas sellan mis manos a su piel de tacto enajenado; si tus brazos de ternura poderosa me someten como a un niño, tus piernas dulces y peligrosas me doblegan como a un hombre, este hombre que besa tus pies de porcelana antigua, este hombre cegado por la luz de tus manos musicales, de tus manos hacedoras de milagros.